Para mí la respuesta es muy
fácil: por culpa de nuestro estilo de vida. ¿Os habéis fijado que vivimos
vinculados a un asiento? La silla del comedor, el asiento del coche, el sillón
de la oficina, la silla de una cafetería, el sofá de casa…
Igual suena a añoranza, y puede
ser que lo sea un poco, pero sobre todo es una comparativa: cuando yo era
pequeña, desayunábamos bien y nos íbamos al cole andando; hoy hay niños que ni
siquiera desayunan o toman algo de bollería que haya por casa y sus papás los
llevan al cole en coche. Mi madre ha ido toda la vida andando al trabajo, mi
padre sí, iba en coche, pero su trabajo estaba fuera de la ciudad y era muy
activo; hoy, aunque el trabajo esté a diez minutos andando, aunque la gente se
pase el día sentada en una oficina, la regla general es coger el coche. En la
hora del descanso, todos íbamos con un bocadillo en la mano y nos lo íbamos
comiendo mientras corríamos unos detrás de otros, o todos detrás de un balón;
hoy en la hora del descanso más del 70% de los niños se quedan sentados jugando
con sus móviles mientras se comen algún tipo de bollo, dulce, bolsa de papas…
Al llegar a casa hacíamos los deberes mientras merendábamos (otro buen
bocadillo) y, al acabar, hacíamos lo que siempre hacíamos cuando teníamos unos
minutos libres, correr y jugar; hoy los niños meriendan bollería comprada en
cualquier kiosco y, en cuanto tienen tiempo libre se lo dedican a sus móviles,
videojuegos y a la televisión. Yo no recuerdo que mis padres parasen en ningún
momento del día, bueno sí, después de cenar se sentaban un rato mientras
nosotros correteábamos por ahí.
¿Veis la diferencia? Ha cambiado
y mucho la forma de alimentarnos, y ha cambiado a mal… De eso ya hablaré en
otro post. Pero sobre todo ha cambiado radicalmente nuestra actividad. De estar
todo el día activos a estar todo el día sentados. Esto, señores, se llama sedentarismo. No le damos importancia,
lo tomamos como algo natural, como si la evolución del ser humano fuese esta…
Pero no. No es así. Nuestro organismo está diseñado para moverse y gastar
energía, no para permanecer quieto.
He pensado que si este problema
es tan ignorado es porque realmente no se sabe qué consecuencias tiene. Por eso
hoy os voy a hablar del sedentarismo, de los peligros que conlleva para la
salud. Voy a intentar que tanto vosotros como los más jóvenes de la familia os levantéis del sofá aunque sea media hora al día para realizar alguna
actividad. Porque igual lo ignoráis, pero el sedentarismo puede llegar a ser
mortal.
No, parece exagerado pero no lo
es. Está comprobado que el sedentarismo duplica el riesgo de padecer alguna enfermedad cardiovascular, diabetes de tipo
II y obesidad. Además también aumenta considerablemente la posibilidad de
padecer hipertensión, osteoporosis y
algunos tipos de cáncer, sobre todo el de colon.
Aunque no os lo creáis, el
sedentarismo está considerado como el segundo factor de riesgo para nuestra
salud, superado sólo por el tabaquismo, y constituye
una de las diez causas fundamentales de mortandad, morbilidad y discapacidad.
Por si todavía no os habéis
convencido de lo peligroso que es estar todo el día sentados, sin hacer ningún
esfuerzo físico, os comento que en el año 2010 la Organización Mundial
de la Salud
(OMS) realizó un estudió en el que se concluyó que el sedentarismo causa más de 3.2 millones de muertes prematuras
al año. Estoy segura de que este número ha aumentado en los últimos 4 años.
Y esto, ¿por qué sucede? Es muy
fácil de entender. Si nosotros estamos parados, nuestro organismo se para,
digamos que pierde reflejos. Nuestro sistema inmunológico se relaja y no
responde tan rápido como debería cuando debería. Al no quemar la energía que
vamos acumulando, aumenta la grasa corporal, el azúcar en sangre… Y todo esto
son desencadenantes de las enfermedades que he nombrado antes, enfermedades que
pueden llegar a ser mortales.
Pero, de todo, una de las peores
cosas del sedentarismo es que te mete en un círculo vicioso. Seguro que os ha pasado más de una vez que,
estando sentados en el sofá toda la tarde, no habéis parado de comer sin tener
hambre. Sí, está comprobado que el sedentarismo te hace comer más, por lo que
es muy probable que aumentes de peso y talla, te verás cada día peor y cada vez
tendrás menos ganas de hacer nada, con lo que comerás más… Si entráis en este
círculo estáis perdidos. No tardaréis en notar los primeros problemas de salud.
Lo bueno es que salir de este
círculo es muy sencillo y que los efectos del sedentarismo se pueden frenar, e
incluso revertir. Sólo tenéis que levantaros del sofá, o del sillón, o de la
silla, o de dónde sea que os sentéis en vuestro tiempo libre y que os mováis.
Haced un poco de ejercicio diario, aunque sea media hora. Vuestra salud os lo
agradecerá.
Vale, ahora hay mucha gente
pensando “ya, con lo cansado que llego del trabajo, ¡como para ponerme a correr
y dar saltos!”. Aquí os tengo que llevar un poco la contraria. Sé que
tenéis la sensación de llegar agotados a casa, pero la mayor parte de ese
agotamiento es, en más del 80% de la gente, mental. Más que llegar cansados,
llegáis saturados, hartos del jefe, de algún compañero, de alguna cuenta que ha
costado mucho en cuadrar… Pero físicamente es imposible que estéis agotados.
Pensadlo. Habéis pasado casi todo el día sentados.
Pero, aunque vuestro trabajo sea
muy físico, probadlo, no os sentéis, poneos vuestras zapatillas y salid a hacer
alguna actividad. Veréis como al acabar estaréis mucho más relajados y os
sentiréis mucho mejor. Yo tengo la prueba cada día en el gimnasio. Son muchos
los que vienen por la tarde cansados, agotados, hartos de día, y al acabar salen totalmente transformados, sonrientes, extrañados de sentirse tan
bien después de la sesión porque venían agotados (y más de uno se quedaría en
casa más de una tarde, que lo sé. Pero nunca se arrepienten de venir). Y esto
sucede porque la actividad física nos hace segregar la hormona de la felicidad
(endorfina), por lo que nuestra mente se desconecta de todo el estrés y las
preocupaciones que tiene, que es lo que realmente necesita, es lo que va a
hacer que nos sintamos mejor, relajados. Si os sentáis en el sofá a ver la
tele, vais acumulando cada día más y más preocupaciones, por lo que cada día os
sentiréis más y más agotados… Y ya estamos otra vez en el círculo vicioso.
No os asustéis, que no tenéis
que apuntaros a un gimnasio si no queréis. Lo importante es que os mováis cada
día. Y no, por moverme no me refiero a la faena de casa o a la del trabajo. Me
refiero a hacer alguna actividad fuera de casa y del trabajo que os haga
desconectar de todo lo que tenéis. Una actividad que no sea la de sentarse en
una terraza a tomar un café, por supuesto. Podéis salir a caminar a un buen ritmo,
podéis comenzar a correr, podéis salir en bicicleta, podéis nadar, por
supuesto, podéis apuntaros a un gimnasio, pero por favor, hacedlo cada día
aunque sólo sean 30 ó 40 minutos. Creedme, en pocas semanas me agradeceréis
este consejo.
La actividad física es la única
manera de escapar de las garras de sedentarismo. Esta actividad no sólo va a
hacer que segreguemos endorfinas, sino que va a activar nuestro metabolismo
haciendo que se reduzca considerablemente (hasta en un 50%) el riesgo a sufrir
enfermedades cardiovasculares y diabetes del tipo II, vamos a fortalecer
nuestros huesos, con lo que estaremos más protegidos contra la osteoporosis,
nuestro sistema inmunológico estará alerta contra determinadas enfermedades,
reduciremos el colesterol y la hipertensión, controlaremos mejor nuestro peso y
nuestra talla...
Como veis, la actividad física
va a revertir cualquier efecto negativo que esté causando el sedentarismo en
vuestro organismo, a parte de aportaros muchos otros beneficios tanto físicos
como psíquicos. Sólo hace falta que deis el primer paso, como siempre, el más
difícil. Pero una vez lo deis, no podréis parar, invertiréis el círculo vicioso
y vuestro cuerpo cada vez se sentirá mejor, y pedirá más actividad, y se
sentirá mejor, y pedirá más vida sana…
Ya veis, vivir una vida sana
está en vuestros pies. J
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