¿Habéis entrado alguna vez a
alguna clase colectiva en algún gimnasio? Por muy exigente que haya sido,
seguro que habéis llegado hasta el final. ¿Sabríais decirme por qué? Muchos de
vosotros estaréis pensando “por la música”,
“pensaba que no podía más pero la música me hacía seguir”, “con el musicón que
ponían cualquiera paraba”…
Los que sólo os dedicáis a la
sala de pesas, ¿notáis que vuestro entrenamiento no se disfruta igual si suena
una bachata o si suena la banda sonora de Rocky?
¿Cuántos de vosotros os habéis dirigido al dueño del gimnasio pidiéndole un
tipo de música especial mientras que entrenáis? Eso si no lleváis vuestros
propios cascos, claro.
Y, cómo no, mis queridísimos runners. Seguro que estáis hartos de ver
a gente correr tanto por asfalto como por montaña con el móvil enganchado al
brazo y los auriculares encajados en las orejas.
Sí, colocarse los cascos antes
de entrenar se está convirtiendo en un gesto cada vez más típico. De hecho, ya
es muy raro encontrarse a alguien que no escuche música para entrenar. Incluso
los deportistas de élite utilizan un determinado tipo de música antes de
competir. Y lo mejor de todo es que, si preguntas, todos te dirán lo mismo: “la
necesito. Sin música no voy ni la mitad”.
Realmente es así. Pensadlo.
Pensad en esos diez últimos minutos de clase, cuando todo vuestro cuerpo os
está pidiendo que paréis; pensad en esa última serie de cuádriceps a peso
máximo, cuando vuestras piernas lo que quieren es salir corriendo y dejar la barra
donde está; pensad en esos últimos kilómetros, cuando vuestra mente sólo piensa
en rendirse. ¿Qué pasa si en ese momento suena esa canción, la que para ti es la
canción? Automáticamente te olvidas del cansancio, y el “no puedo más” se transforma en ¡¡vamooooos!!
¿Estamos locos? Rotundamente no,
no lo estamos. Hoy quiero hablaros del gran
efecto que tiene el escuchar la música adecuada en el rendimiento deportivo.
Porque lo tiene y todos los que hemos experimentado esa sensación lo sabemos.
Pero igual no sabéis que este tema ha sido estudiado científicamente.
Como lo leéis, el Dr. Cortas
Karageorghis, un estudioso del deporte y de la psicología en la Universidad de Brunel
(Londres), ha dedicado los últimos años al estudio de los efectos de la música
en el deporte, concluyendo que ésta es una parte fundamental en la mejora de los efectos del ejercicio, ya que al
escuchar música aumenta nuestra sensación de concentración y disminuye nuestra
sensación de esfuerzo.
Ahora, hay que tener en cuenta
que no toda la música va a tener el mismo efecto. Hay que saber escoger la música adecuada. Para ello lo primero que hay que
tener en cuenta es vuestros gustos
musicales: si os gusta el techno,
no os pongáis Rock & Roll; si os
gustan los ritmos latinos, ni se os ocurra escuchar Hard Core para entrenar; si os gusta el Hip-hop, no escuchéis opera… Cuanto más os guste el ritmo que
escuchéis, menos notaréis el cansancio y más rendiréis.
También hay que tener en cuenta el tipo de deporte que practicáis. No
es lo mismo salir a una cancha de baloncesto a competir, que hacer tiro al
plato, por ejemplo. Si el deporte que practicáis es enérgico, necesitáis
escuchar música que os motive, que os dé ese extra de energía que necesitáis.
Si por el contrario es un deporte de concentración, antes de salir a competir
necesitáis tener la mente relajada y concentrada. Para ello nada mejor que
música tranquila. Si lo que practicáis son deportes de continuidad (carrera,
ciclismo…), lo mejor es escuchar música motivante pero que os mantenga en un
ritmo cómodo durante todo el recorrido y que os incentive a ese sprint final.
Éste es otro factor muy
importante a la hora de escoger la música a escuchar: el tempo. Para los que os estéis preguntando “¿qué es eso del tempo?”, os explico. Digamos que el tempo es a la
canción lo que los latidos del corazón a nuestro cuerpo. De hecho se miden
igual, en pulsaciones por minuto (bpm –beats
per minute-). Esto es algo que los que damos clases colectivas hemos de
tener muy en cuenta. Al igual que los que corren con música. Hemos de adecuar
el tempo de la música que escuchamos al momento del entrenamiento. Es decir,
si, a la hora de calentar, mi objetivo es hacer que mi corazón alcance los 110
latidos por minuto, se ha de escuchar música que vaya a una velocidad de entre
100 y 120 bpm. A partir de ahí, se irán aumentando los bpm poco a poco para
poder aumentan la intensidad del ejercicio de manera progresiva, sin cambios
bruscos que nos puedan provocar lesiones o que hagan sufrir a nuestro corazón. Y,
antes de parar, añadid alguna canción más tranquila que os ayude a bajar de
pulsaciones y a estirar. Tened esto muy en cuenta cada vez que os hagáis una
lista de reproducción para vuestro entrenamiento, por favor.
Aunque parezca una tontería,
además del estilo y el ritmo, algo que también ayuda mucho es que la letra de la canción que escuchéis sea
positiva, que hable de superaciones. No por nada, todas las encuestas
señalan que la canción más escuchada a la hora de hacer ejercicio es The eye of the Tigger, banda sonora de
Rocky.
Personalmente, tengo que dar la
razón a las encuestas. Yo, amante de la música y del deporte, siempre que
escucho esta canción me olvido de todo y sólo tengo ganas de correr, de lanzar
puños, de saltar… ¿A vosotros no os pasa? ¿Qué tipo de música os gusta escuchar
cuando practicáis vuestro deporte preferido? ¿Tenéis alguna canción o algún
grupo fetiche?
Hoy me despido de vosotros con
una frase que me encanta… Push play and go!!! (Dale al play y… ¡¡¡Vamooooooooos!!!) J
Vale... Me confieso. A parte de la banda sonora de Rocky, una de las canciones que más me suben la adrenalina es "Meet Her at the Love Parade"... ¡¡¡Vamooooooooos!!! :)
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