Pensad en el gimnasio al que
vais. Visualizad la sala de pesas. Ahora visualizad la sala cardiovascular o la
sala de actividades dirigidas. Incluso sin visualizar, si os pregunto dónde se
concentra el mayor número de hombres y dónde el del mujeres, la respuesta está
clara, ¿verdad?
Los hombres se desviven
entrenando en la sala de pesas con la seria convicción de que las actividades
colectivas están diseñadas tan solo para mujeres, y que dedicarle un tiempo al
entrenamiento cardiovascular les hará “quemar
músculo”. Tengo que deciros que estáis muy equivocados: las actividades
colectivas han evolucionado sobremanera en los últimos años. Ahora se diseñan
para abarcar a todo tipo de público, da igual la edad, el sexo o la condición física.
Y, creedme, el entrenamiento cardiovascular es muy necesario para lograr esa
definición que busca la gran mayoría de vosotros.
Pero el post de hoy no lo quiero
dedicar a vosotros. En el post de hoy quiero hablar de la otra sala, la sala de
pesas. Esa sala tan temida por la gran mayoría de mujeres.
Cuando alguna chica ve a una
modelo fitness en alguna revista, enseguida dice aquello de “¡qué cuerpazo! ¿Qué tengo que hacer para
lograr algo parecido?”. Cuando alguna se apunta al gimnasio con la
finalidad e perder esos kilitos de más
antes del verano. Cuando alguna quiere notarse las piernas y los glúteos
firmes, o darle forma a unos brazos finos… Yo recomiendo siempre lo mismo:
entrena 2 ó 3 días a la semana con pesas y combina este entrenamiento con
sesiones cardiovasculares, ya sea en clases colectivas o en la zona
cardiovascular del gimnasio. En ese preciso momento, casi todas cambian de
opinión. De repente, parece que les gusta su cuerpo más que nunca. Casi todas
se niegan a entrenar con pesas por miedo en convertirse en machotes. Sinceramente, jamás pensé que sería tan difícil convencer
a la gente de lo bueno que es algo.
El post de hoy lo dedico a
vosotras. A todas (y todos) los que seguís reticentes a entrenar con pesas. A
todos los que preferís pasar horas en una bicicleta estática simplemente porque
pensáis que “si quiero adelgazar tengo
que sudar, y esto es lo mejor”.
Una vez más os tengo que
recordar que sudar no es quemar grasa.
Sudar es eliminar líquido y sales minerales. Líquido y sales que nuestro cuerpo
elimina a través de la piel para bajar la temperatura (que aumenta al realizar
ejercicio). Para quemar grasa, necesitáis algo más. Sí, lo habéis adivinado,
necesitaríais hacer pesas. Os explico:
Nuestro cuerpo utiliza más energía
para mantener células musculares que para mantener células adiposas (de grasa).
Así, si aumentamos nuestra masa muscular, nuestro cuerpo va a gastar más energía
(quemar más calorías) simplemente para mantenerse. Esto quiere decir que se acelera nuestro metabolismo, por lo que
nuestro cuerpo comienza a deshacerse de la grasa que le sobra.
Muchos ahora estaréis pensando: “pero si se queman más calorías pedaleando
45 minutos en la estática que en un entrenamiento de pesas”. Sí, tenéis
toda la razón. Pero tened en cuenta que al bajar de la bici estática vuestro
cuerpo deja de quemar calorías, mientras que al acabar el entrenamiento de
pesas, vuestro cuerpo sigue quemando calorías durante horas, ya que el
organismo ha de reparar el tejido muscular. Además, como acabo de decir, al
aumentar la masa muscular, vuestro cuerpo va a necesitar más calorías para
realizar cualquier movimiento.
¿Entendéis ahora por qué siempre
aconsejo que hagáis pesas? Bien combinadas con un entrenamiento cardiovascular
o con clases colectivas, son las que mejores resultados os van a dar.
Pero cuidado porque un buen físico no es el único beneficio que
os aportará el entrenamiento con pesas. El entrenamiento de fuerza es mucho
más que algo estético. Aporta increíbles beneficios para la salud. Entre otras cosas,
ayuda a mejorar la salud cardiovascular.
Igual habéis oído por ahí que la
presión arterial aumenta al entrenar fuerza. Es cierto, pero está demostrado
que esto sucede como respuesta de nuestro organismo para proteger la salud de
nuestro corazón a largo plazo. A ver, al contraer los músculos en el
entrenamiento, estos envían la sangre con fuerza al corazón, y éste, en
respuesta a esta urgencia, también bombea más fuerte de lo normal la sangre
oxigenada hacia los músculos que la están demandando. Ahora, este hecho de
bombear la sangre con más fuerza para mantener los músculos oxigenados durante
el entrenamiento, hace que el corazón se fortalezca y evita deterioros del
sistema circulatorio.
Si os habéis quedado con la
duda, tranquilos. Aunque la presión arterial aumente durante el entrenamiento,
vuelve a sus niveles normales conforme este acaba.
Seguro que lo habéis oído más de
una vez. Os lo repito. Entrenar en la
sala de pesas es de gran ayuda contra la osteoporosis. Sí, al entrenar con
pesas los músculos tiran de los tendones, que a su vez tiran de los huesos. Está
comprobado que este esfuerzo ayuda a la mineralización ósea, de manera que los
huesos se hacen más fuertes.
Por otro lado, este tipo de
entrenamiento también ayuda a que nuestro organismo procese mejor el azúcar, lo
que puede ayudar a prevenir la diabetes de tipo 2. También
hay estudios que demuestran que la gente diabética mejora el control sobre los
niveles de azúcar cuando entrenan con pesas.
También os tengo que hablar del equilibrio.
Para muchos será una tontería, pero es algo muy importante, algo que no deberíamos
descuidar. Pues, aunque os cueste creerlo, las pesas ayudan a mejorar el equilibrio. Os explico: nuestros músculos están
compuestos de dos tipos de fibras. Unas conocidas como fibras rápidas y otras como fibras
lentas. Las rápidas son las que se contraen con la fuerza y la rapidez
suficiente como para mantenernos en pie cuando perdemos el equilibrio. Por
desgracia, este tipo de fibras se van deteriorando con la edad. Por eso mucha
gente mayor cae. Pues bien, el entrenamiento de fuerza aumenta el número de
fibras rápidas de nuestros músculos, mientras que el entrenamiento aeróbico
activa, por el contrario, las fibras lentas.
Por último, cómo no, he de hablar
de mis queridas endorfinas (hormona de la felicidad). El entrenamiento con
pesas hace que nuestro organismo segregue más cantidad de esta hormona, por lo
que, al acabar el entrenamiento, te notas relajado. Así, las pesas son de gran ayuda para acabar con el estrés
diario al que estamos sometidos.
Como veis, entrenar con pesas
nos aporta mucho más que un cuerpo firme y bonito. Nos aporta salud. ¿Por qué
no os deshacéis de todos esos prejuicios ya y empezáis a entrenar en la sala de
pesas? Os sentiréis mejor y os veréis mejor. Intentadlo, empezad poco a poco,
siempre bien guiados por profesionales. Creedme, vuestro cuerpo os lo agradecerá.
J
Para cualquier consulta: mejorsiesconsalud@gmail.com
Para cualquier consulta: mejorsiesconsalud@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario