Seguro que os ha pasado alguna
vez, tras una buena temporada de entrenamiento en la que os habéis acercado a
vuestros objetivos, en la que os habéis ido viendo cada vez mejor, algo pasa
que hace que tengáis que dejar de entrenar durante una buena temporada.
Muchas veces hemos de dejar
nuestro entrenamiento por motivos de salud (enfermedades, lesiones…) que hacen
que tengamos que permanecer inactivos una temporada para lograr una correcta
recuperación antes de retomar la actividad física. Otras veces lo hemos de
dejar por motivos personales (paternidad/maternidad, cambios laborales…) que
hacen que nos tengamos que adaptar a nuevas situaciones, lo que lleva un
tiempo, y una vez adaptados, hemos de reorganizarnos para encontrar ese hueco
para poder volver a entrenar…
El caso es que en cuanto dejamos
de entrenar nuestros músculos se van atrofiando, van perdiendo esa fuerza que
habíamos logrado con el entrenamiento. Y, si además no seguimos una dieta
adecuada, se cubren de una capa de grasa.
Así, cuando por fin podemos
volver a nuestro entrenamiento nos vemos mal, flojos, tapados… Y, el primer
día, al ver que cada movimiento, cada ejercicio, cada levantamiento nos cuesta
horrores, cuando antes lo hacíamos sin apenas esfuerzo nos desanimamos,
pensamos que no volveremos a llegar al punto en el que estábamos cuando tuvimos
que dejar de entrenar…
Es en ese momento cuando el
instructor de la sala de pesas o nuestro entrenador nos dice aquello de “tranquilo, ten paciencia. El músculo tiene
memoria y no tardarás en volver a estar como antes”.
Es una de las frases más
escuchadas en los gimnasios. Pero no todo el mundo se la cree, la gente tiende
a pensar que si el músculo tuviese memoria, no dolería tanto volver a entrenar,
no cogeríamos tantas agujetas y volveríamos a estar como antes de dejar el
entrenamiento, como mucho, en dos días.
Eso no es así, nuestros músculos
tienen que volver a acostumbrarse al ejercicio, como la primera vez que pisamos
un gimnasio, vamos a volver a coger agujetas y, por supuesto, no vamos a poder mover el peso que movíamos
antes de dejar el entrenamiento. Pero hay algo que sí es cierto: la persona que
vuelve a entrenar después de un período de inactividad vuelve a adquirir una
buena forma física mucho antes que una persona que ha llevado una vida
sedentaria y decide empezar a entrenar. O sea, el músculo tiene memoria, y está
científicamente probado.
Hace unos años, el equipo de
investigadores del departamento de Biociencias Moleculares de la Universidad de Oslo,
en Noruega, realizó unos experimentos de imagen en los músculos de ratones para
encontrar el sustrato celular de la memoria muscular.
Tras someter a los ratones a
unos ejercicios de sobrecarga que se asemejan a entrenamientos de fuerza, los
científicos observaron que se añadieron nuevos núcleos a las fibras musculares
de los animales que hicieron que sus músculos ganasen fuerza y volumen.
Es así como se desarrollan
nuestros músculos cuando entrenamos. Se crean nuevos núcleos, es como si
aumentasen las fibras de nuestros músculos, que se tonifican y crecen.
Hasta hace un tiempo se pensaba
que al dejar de ejercitarnos estos núcleos morían y por eso perdemos el
músculo, pero estos científicos han descubierto que no mueren al dejar el
ejercicio. Observaron que los músculos de los ratones sometidos a estudio
mantenían el número de núcleos durante un período importante de tiempo después
de que se suspendiera la carga muscular. No sólo eso, también observaron que
dichos núcleos ayudan a que la atrofia muscular se atrase.
De ahí la idea de que el músculo
tiene memoria, ya que nuestro cuerpo no tiene que volver a fabricar nuevos
núcleos musculares, ya los tenemos. Sólo tenemos que trabajar conscientemente,
con cargas ligeras, y esperar a que cada uno de esos núcleos y fibras que han
quedado “aletargados” durante el tiempo que no hemos ejercitado se vayan
“despertando” poco a poco. Esta memoria es la que hace que las personas que
volvemos a hacer ejercicio después de un tiempo de descanso nos pongamos en
forma más rápidamente que las personas que nunca han hecho ejercicio.
Por otro lado, también se ha
descubierto que la capacidad para crear nuevos núcleos musculares se debilita
con la edad, y no sólo eso, sino que además, con la edad también se pierde masa
muscular. Así, teniendo en cuenta que los núcleos que se forman en nuestros
músculos tienen una larga vida y ayudan a atrasar la atrofia muscular, hacer
ejercicio desde edades tempranas nos va a ayudar a que nuestros músculos estén
sanos y fuertes durante más tiempo.
Así que, ya sabéis, es cierto,
nuestros músculos tienen memoria. Haced ejercicio siempre que podáis para
estimular el crecimiento de esos núcleos musculares y, si tenéis que dejar el
entrenamiento una temporada no os preocupéis. Cuando volváis a entrenar no
tardaréis tanto como pensáis en veros como antes de dejar de entrenar.
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