Como bien saben los que me
conocen, yo no soy nada partidaria de las dietas restrictivas, las dietas con
nombre propio, las dietas milagro… En definitiva, estoy en contra de todas esas
dietas que se acaban poniendo de moda por algún motivo u otro. Sinceramente,
creo que la alimentación no es una moda.
Nuestra alimentación es algo muy serio, es la base sobre la que se sustentan
nuestra salud. No me gusta ver cómo la gente se inventa todo tipo de dietas con
el objetivo de llamar la atención de todos aquellos que se obsesionan con
perder peso y, en muchas ocasiones, de sacarles dinero.
Una dieta de la que cada vez
estoy oyendo más hablar es la dieta alcalina, una dieta que está en auge porque
algunas celebrities de Hollywood han
asegurado que es su truco para mantener un físico estilizado.
Para los que todavía no hayáis
oído hablar de ella, la dieta alcalina se basa en consumir alimentos que
optimicen el equilibrio de nuestro pH corporal. Para lograrlo hay que evitar
consumir carne, lácteos, dulces, cafeína, alcohol y alimentos procesados y
consumir más frutas y verduras, frutos secos y semillas.
Según abogan los partidarios de
esta dieta, mediante la alimentación se pueden controlar las reacciones ácidas
que se producen en nuestro organismo al hacer la digestión, respirar y eliminar
líquidos, grasas y toxinas entre otras. Aseguran que “con una dieta adecuada, los niveles de ácidos en el organismo serán
los correctos, nuestros órganos funcionarán de manera óptima y ayudarán a
conseguir el peso perfecto y a retrasar el envejecimiento celular”.
Vale, la teoría es muy bonita.
Pero antes de hacer caso a ciegas de todo lo que se dice, ¿por qué no
analizamos qué hay de cierto en esta teoría?
Para comenzar, hemos de tener en
cuenta que en nuestro cuerpo hay
distintos niveles de pH. Nuestro estómago es muy ácido (necesario para
descomponer los alimentos y eliminar posibles agentes patógenos), nuestra piel
es ligeramente ácida y nuestra sangre es levemente alcalina. Según los
defensores de este tipo de dieta, debemos de mantener el pH de la sangre
alcalino para que nuestro cuerpo funcione correctamente. Pues sí, en esto estoy
totalmente de acuerdo.
Pero de ahí a asegurar que el
consumir alimentos ácidos (¡ojo! Un alimento no se considera ácido por su
sabor, sino por su composición. Para sorpresa de muchos os informo, el limón es
alcalino) hace que se rompa el equilibrio del pH de nuestra sangre, volviéndola
ácida hay un mundo. Y no sólo eso, también aseguran que esto da lugar a
enfermedades como osteoporosis y cáncer…
Vamos a pensar una cosa: si
aceptamos que los alimentos que ingerimos son capaces de alterar el pH de
nuestra sangre, de manera que si consumimos alimentos ácidos disminuye este pH,
por la misma regla de tres hemos de aceptar que consumir alimentos alcalinos
aumenta el pH de nuestra sangre. Si lo primero es peligroso, lo segundo
también, si el pH de nuestra sangre se vuelve demasiado alcalino podemos sufrir
alcalosis. El hecho de que los partidarios de la dieta alcalina sólo hablen de
los “peligros” de consumir alimentos ácidos me parece, como mínimo, sospechoso.
A este respecto, he de aclarar
que nuestro organismo no regula el pH de
nuestra sangre a través de nuestra alimentación. Asegurar lo contrario es
una barbaridad. Nuestro organismo tiene sus propios mecanismos para mantener el
pH en sus niveles óptimos. Estos mecanismos son los líquidos corporales (tanto
extra como intracelulares), los pulmones y los riñones. Si nuestro sistema
linfático, nuestro sistema respiratorio y nuestro sistema renal funcionan
correctamente, nuestra sangre mantendrá su pH en los niveles adecuados comamos
lo que comamos.
Seguro que más de un partidario
de la dieta alcalina me aseguraría que esto es mentira y que puede probar que
el pH de nuestro cuerpo varía según lo que ingiramos. Para probarlo me traería
una tira para medir el pH de la orina. No sé por qué, los partidarios de este
tipo de dieta piensan que si la orina está ácida el cuerpo está ácido y, por
tanto, desequilibrado. Creo que deberían saber que el pH de la orina no tiene nada que ver con el pH de la sangre. Si
la orina es algo más ácida de lo normal quiere decir que los riñones están
funcionando correctamente y que están eliminando los ácidos naturales que se
producen en los procesos metabólicos del cuerpo. Y, a ver, sí. La alimentación
influye directamente en el pH de la orina, pero éste no tiene nada que ver, ni
nos da ningún tipo de información sobre el pH de la sangre.
Otra teoría de esta dieta que
creo que hay que desmentir: “las dietas
ácidas provocan osteoporosis”. Esta idea está basada en el hecho de que al
consumir dietas ricas en productos ácidos se elimina más calcio en la orina.
Los partidarios de estas dietas aseguran que este calcio extra que se elimina
proviene de los huesos.
Vamos a tomar por ejemplo la
carne magra, un producto considerado ácido según los partidarios de esta dieta.
Un producto a evitar según sus partidarios. Pues bien, deberíais saber que la proteína ayuda a la absorción del calcio
que consumimos, por lo que asegurar que consumir carne nos puede provocar
osteoporosis es algo contradictorio, ¿no creéis? Yo soy más partidaria de creer
que el calcio que se elimina en la orina es el calcio excedente, el que nuestro
organismo no necesita.
De hecho, hay estudios que demuestran que consumir más proteína aumenta el calcio
en la orina, pero no produce cambios en el balance global de calcio en el
organismo. Esto indica que el calcio que se elimina por medio de la orina
no proviene de los huesos.
Por otro lado, también hay
varios estudios que demuestran que es
necesario ingerir proteína animal para la correcta regeneración de los huesos,
ya que estos están compuestos en parte de proteína (cartílago).
Otra afirmación que hay que
coger con pinzas: “un entorno ácido
favorece el desarrollo del cáncer”. Lamento comunicaros que aquí estáis
confundiendo causa y efecto. No es que
un entorno ácido favorezca el desarrollo del cáncer, es el cáncer el que genera
un entorno ácido a su alrededor. Además, esta afirmación se sigue basando
en la idea de que se puede cambiar el pH de nuestra sangre y nuestros tejidos
por medio de la alimentación, y eso es algo que, como ya hemos visto, es falso.
¿Podría decir algo positivo de
la dieta alcalina? Sí. Puedo afirmar que, de todas las dietas que he analizado
últimamente, ésta parece la más sana. El hecho de promover el consumo de fruta
y verdura y de prohibir el consumo de azúcares refinados y alcohol es un punto
a su favor. Pero, sinceramente, jamás seguiría una dieta, por muy sana que sea,
que se base en afirmaciones erróneas, y esta dieta, como todas las demás dietas
con nombre propio, lo hace. No se
pueden crear falsos mitos ni hacer que la gente coja miedo de determinados
alimentos que son muy necesarios para nuestro organismo como son las carnes,
los pescados, los huevos y la leche, entre otros.
Así que, sintiéndolo mucho por
todos aquellos que defendéis la dieta alcalina, tengo que decir que a mí no me
convence. La meto dentro del cajón de las dietas restrictivas. Si aceptáis un
consejo, de entre todas las dietas, escoged la dieta más equilibrada, la más
sana: la dieta mediterránea. J