¿Cuántas veces habéis oído
hablar de las famosas dietas milagro
últimamente? Cada vez más, ¿verdad? La verdad es que no es de extrañar en la
sociedad de cómodos que se ha creado.
Sí, para mí la sociedad se ha
vuelto cómoda. Es mucho más cómodo comprar comida precocinada (llena de grasas
saturadas y conservantes artificiales) o llamar al típico restaurante de comida
rápida para que te traigan algo a casa que invertir un tiempo en la cocina. Es
mucho más cómodo coger el coche para ir a cualquier lado que caminar unos
minutos. Es mucho más cómodo entrar en un kiosco y comprar bollería para que
merienden los niños al salir del colegio que pasar unos minutos haciendo un
bocadillo… Y toda esta comodidad, ¿dónde nos ha llevado? Nos ha llevado a
convertirnos en una sociedad obesa, una sociedad propensa a sufrir
cardiopatías, una sociedad incapaz de inculcar buenos hábitos a los más
jóvenes.
Por otro lado, no sé si debido
al estrés que llevamos, nos hemos acostumbrado a las prisas. Lo queremos todo
ya. Hemos perdido la paciencia. De ahí que las dietas milagro se hayan hecho tan famosas en los últimos años. La
gente se ve con unos kilos de más y, en lugar de coger el camino correcto y
cambiar sus malos hábitos, deciden que quieren perderlos ya. Así se cometen
barbaridades como comer durante días sólo un tipo de fruta, tomar batidos
sustitutivos de comidas, dejar de consumir ciertos nutrientes y un largo
etcétera que sí, hacen que la gente pierda peso de manera inminente, pero que
tienen un efecto rebote del que nadie habla cuando aconseja este tipo de
dietas. Todas estas dietas sólo pueden seguirse durante un período de tiempo
reducido ya que tienen carencias muy importantes y ponen en serio peligro la
salud de quienes las siguen, pero además, cuando se deja la dieta y se vuelve a
los hábitos normales, se aumenta de peso igual de rápido que se perdió y, por
lo general, se aumenta más de lo que se perdió.
Bajo mi punto de vista, las dietas disociadas son parte de estas dietas milagro. Seguro que aquí
muchos discrepan conmigo diciendo que en las dietas disociadas se come de todo.
Sí, tenéis razón, se come de todo, son más equilibradas que las dietas más
estrictas, pero, si me permitís decirlo, yo no creo en los resultados a corto
plazo. Siempre aconsejo a los que me rodean que huyan de este tipo de
soluciones rápidas porque todo lo que se hace rápido, por lo general, acaba
mal. Pensad que cuando una dieta hace perder peso de manera tan rápida, no os estáis deshaciendo de la grasa
acumulada, por lo general, lo que se pierde es músculo y líquidos. Así que
sí, la báscula os dirá que pesáis menos pero eso no quiere decir que estéis
físicamente bien.
Para los que no sepáis lo que es
una dieta disociada os explico: son
unas dietas basadas en la premisa de que nuestro sistema digestivo no está
preparado para asimilar distintos tipos de alimentos a la vez. Así, abogan por no mezclar en una misma comida
proteínas e hidratos de carbono.
Este tipo de dieta es muy fácil
de seguir ya que no hay límite de
cantidades. Al no mezclar alimentos, permite consumir la cantidad que se
desee en cada comida, sin pesar cantidades ni medir calorías. Esto es algo que
llama mucho la atención, sobre todo a aquellos a los que las restricciones de
una dieta normal les crea ansiedad.
Pero, cuidado, este tipo de
dieta está basado en una premisa falsa.
Como he mencionado, se basan en que nuestro sistema digestivo no está preparado
para asimilar distintos tipos de alimentos a la vez, una afirmación totalmente errónea.
Nuestro sistema digestivo está diseñado
para digerir y absorber, en cada uno de sus niveles, los diferentes nutrientes
que componen los alimentos. No tiene problemas en digerir y absorber
nutrientes cuando se toman de manera conjunta los hidratos y las proteínas.
Nuestro aparato digestivo contiene enzimas encargadas de transformar las
proteínas y los hidratos de carbono en sustancias más simples para que nuestro
cuerpo las asimile y las aproveche como debe, pero, en contra de lo que
aseguran los defensores de las dietas disociadas, estas enzimas pueden actuar
de manera simultánea sin problemas.
De hecho, hay que pensar que no existen alimentos que contengan única y
exclusivamente un nutriente (o hidratos de carbono, o proteínas o grasas).
Todos los alimentos son una combinación de diversos nutrientes de distintas
proporciones. Es decir, todos los alimentos contienen los distintos
macronutrientes pero en distintas cantidades. Así, por ejemplo, un alimento
considerado proteico en este tipo de dietas es la leche, que sí, tiene una gran
carga proteíca, pero también contiene azúcares (lactosa) y grasas (si es entera
o semidesnatada). Otro ejemplo serían las legumbres, alimento con alto
contenido en hidratos de carbono, y como tales son consideradas en estas dietas,
pero su contenido en proteínas no es nada despreciable.
Como veis, éste es un tipo de
dieta contradictoria basada en una mentira. Y, bajo mi punto de vista, todo lo
que se basa en mentiras no puede nunca llegar a funcionar bien.
Por otro lado, está comprobado
que, a parte del efecto rebote (que ha aparecido en gran parte de los que han
seguido este tipo de dieta alguna vez), las
dietas disociadas afectan al sistema digestivo, haciendo que aparezcan
estreñimientos de manera habitual, las
personas que las realizan de manera regular tienen más seca la piel y pierden
grandes cantidades de pelo. Para mí, esto es una señal bien clara de que
este tipo de dietas no es nada sana.
Como veis, por mucho que el lobo
se disfrace de cordero, sigue siendo lobo. Una vez más os he de decir aquello
de que para lograr resultados hemos de poner miras a largo plazo. Huid de los
remedios rápidos. ¿Queréis perder volumen? Fácil, dejad de mirar raro a todos
aquellos que se cuidan y que van regularmente al gimnasio y seguid su ejemplo:
id a un buen nutricionista/endocrino que os aconseje como alimentaros
dependiendo de vuestra actividad diaria y vuestros gustos. Adoptad esa dieta,
la vuestra, y no otra. Empezad a cambiar los malos hábitos. Y, sobre todo,
combinadlo con la práctica deportiva. Vale, suena estresante, pero hacedlo,
intentadlo. Comenzaréis a ver y a notar los resultados antes de lo que pensáis,
unos resultados que os gustarán muchísimo más que los que se obtienen con las dietas milagro y, lo mejor de todo, serán
resultados que durarán toda la vida. J
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