¿Os habéis parado a contar
alguna vez cuántas horas os pasáis sentados a lo largo del día? El despacho,
delante del televisor, delante del ordenador, leyendo… Ahora pensad, cuando os
habéis levantado después de un buen rato (incluso horas), ¿cuántos de vosotros
ha notado alguna molestia en la espalda? Estoy segura de que la mayoría nota
dolores lumbares y/o cervicales al levantarse. Esto se debe (ya lo trataré en
otro post) a que la postura que adquirimos cuando nos sentamos no es la
correcta.
Y, para todos aquellos que no
trabajáis en despachos, los que trabajáis de pie (camareros, obreros,
peluqueros, recepcionistas…), al acabar vuestra jornada, ¿no notáis molestias
en determinadas zonas de la espalda? Al igual que les pasa a los que pasan
muchas horas sentados, al estar de pie tantas horas (en algunos casos obligados
a forzar determinadas posiciones para desempeñar vuestro trabajo) adquirimos
posiciones nada recomendadas para nuestra espalda, haciendo que se sobrecarguen
ciertas zonas (sobre todo la zona lumbar y la cervical) que acaban, como
mínimo, molestando, y, casi siempre, doliendo y mucho.
Por lo general, estos dolores
vienen dados por la poca consciencia corporal que tenemos. Mucha gente, sin
darse cuenta, carga todo su peso sobre una pierna cuando está de pie, curva los
hombros hacia delante (tanto sentado como de pie), se sienta sobre el cóccix
(último hueso de la columna vertebral), y un sin fin de malas costumbres que
hacen que determinados músculos de nuestra espalda estén tensos durante
demasiado tiempo, lo que nos produce dolor, y, lo peor, obligan a nuestra
columna vertebral a adoptar posiciones antinaturales, lo que puede derivar en
lesiones.
Si acudís al médico por estos
dolores, os recetará una determinada medicación y, alguno de ellos os
recomendará hacer ejercicio para tonificar la espalda. La teoría no está mal, cuando más tonificada está nuestra espalda,
más protegida está la columna vertebral, pero si no se corrigen los malos
hábitos posturales, el problema y los dolores seguirán.
Por otro lado, hemos de tener en
cuenta que la tonificación que se suele hacer en las salas de pesas de los
gimnasios no suele ser la correcta para este tipo de problemas. Para lograr proteger la columna vertebral
como es debido, hemos de tonificar los músculos más profundos de nuestra
espalda, aquellos que alinean la columna, los que la recorren de abajo a
arriba dando estabilidad, movilidad y flexibilidad. Estos
músculos no se tonifican a base de jalones y remos.
La mejor manera de trabajar
estos músculos y tomar verdadera consciencia de nuestro cuerpo, la mejor manera
de que nuestra espalda llegue a estar en la posición correcta haciendo que
desaparezcan todas esas molestias y dolores es practicando Pilates.
En una cosa tengo que estar de
acuerdo con muchos de vosotros, si ves una clase de Pilates desde fuera, parece
que no se esté trabajando nada. Pero como bien se dice las apariencias engañan.
Os animo a que entréis a una clase y la probéis, veréis como ni es tan fácil ni
tan suave como parece.
El Método Pilates se basa, entre otras cosas, en la alineación
corporal, es
decir, en mantener la columna con todas sus curvaturas naturales. Realizar
ejercicios manteniendo estas curvaturas no es nada sencillo, ya que, para
lograrlo, nuestro cuerpo ha de activar la musculatura más profunda, musculatura
que no solemos entrenar en el gimnasio ya que no están dentro de los
considerados músculos principales.
Así, puedes llevar años entrenando en la sala de pesas y tener un tono muscular
envidiable y no ser capaz de aguantar una clase de Pilates porque tu
musculatura profunda no está suficientemente tonificada.
Por otro lado, a parte de ayudar
a tonificar estos músculos, el Método Pilates también los estira y los relaja. Como he mencionado, las malas posiciones que obligamos que adopte nuestra espalda durante tanto tiempo hace que esta musculatura esté demasiado tensa durante demasiado tiempo. Los estiramientos que se realizan en esta clase hacen que, no sólo que se alivien los
dolores, sino que también los previenen.
Algo que cuesta mucho entender a
la gente que entrena en una sala de pesas es que mantener la flexibilidad de los músculos evita lesiones. Por lo
general la gente no estira después de entrenar, lo que hace que el músculo esté
cada vez más contraído, haciéndolo más susceptible de sufrir lesiones. Así,
para evitar dolores y lesiones, también hemos de mantener flexibles los
músculos más cercanos a la columna vertebral. ¿Os habéis fijado en la gente que sólo entrena pesas? Muchos de ellos no pueden casi ni mover la espalda. Están demasiado rígidos de entrenar con tanto peso y no dedicarle unos minutos a estirar. Esto, por lo general, lleva a graves lesiones. En el Método Pilates se mueve y se flexibiliza cada articulación
vertebral haciendo que nuestra columna tenga una mayor movilidad y que nuestros
discos intervertebrales se oxigenen mejor. En definitiva, nuestra columna y toda nuestra espalda gana en salud.
Otra de las cosas a tener en
cuenta es que uno de los mayores
protectores de nuestra columna es el transverso abdominal (el músculo más
profundo de nuestros abdominales), un músculo nada fácil de trabajar (no lo lograréis con el típico crunch) y que, por lo general, sólo se trabaja con métodos específicos como el Método
Pilates.
A parte del tema muscular, este
método se centra mucho en la respiración. Enseña a acompañar los movimientos
con la respiración, lo que hace que aumente nuestra concentración en hacer bien
los ejercicios y en mantener la posición correcta. Así, clase a clase,
empezamos a tomar consciencia real de
nuestro cuerpo y vamos corrigiendo nuestra posición en cada actividad del
día a día haciendo que todas esas molestias y dolores desaparezcan poco a poco.
En serio, probad una clase de
Pilates. Veréis como salís renovados, os sentiréis más altos, relajados,
diferentes (para mejor). Probad sólo una y veréis como querréis más. Seguid
haciendo Pilates y veréis como vuestra posición y vuestra espalda mejoran. No
lo hagáis por moda o por estar más fuertes, hacedlo simplemente por vuestra
salud.
Sólo me queda daros un consejo.
Acudid a centros donde haya profesionales titulados en esta materia. Si tenéis
algún tipo de patología (hiperlordosis, lumbalgias, cervicalgias,
rectificaciones, hernias…) comentadlas con el instructor. Sólo los verdaderos
profesionales adaptarán cada clase a vuestra situación personal. Sólo en manos
de profesionales notaréis como esos dolores disminuyen y mejora vuestra calidad
de vida. J
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