¿Os habéis tomado la tensión
últimamente? Estoy segura de que la gran mayoría de vosotros va a responder que
no. Incluso muchos no se la habrán tomado en años. Hay quien no sabe si es de
tensión alta o baja. También los hay que, cuando van a que les midan la
tensión, ven números y no saben qué significan. Simplemente se dejan medir y
hacen caso de lo que les dice el doctor o farmacéutico.
Hoy pretendo daros un toque
sobre este tema, ya que es de vital importancia para la salud que reviséis de
manera periódica vuestra tensión arterial.
Si sois, como yo, de tensión
baja (hipotensión) sufriréis ligeros
mareos de vez en cuando, sobre todo con el calor y, en caso de las mujeres, en
el momento de menstruar. Pero si vuestra tensión es alta (hipertensión), cuidado, vuestra salud cardiovascular está en
peligro.
Se habla de hipertensión cuando
el aumento de la presión arterial se hace crónica, es decir, perpetua. Se trata
de una enfermedad que se ha de tratar con fármacos. El gran error que comete la
inmensa mayoría es que espera a notar algún síntoma para acudir al médico. Lo
malo es que esta enfermedad en cuestión puede
estar mucho tiempo sin dar síntomas (hay gente hipertensa que no sabe que
lo es), así que, cuando se acude al médico, en ocasiones, ya es tarde.
Si no se trata, la hipertensión
puede desencadenar enfermedades graves
como un infarto de miocardio, una hemorragia o una trombosis cerebral. Las
primeras consecuencias de la hipertensión las sufren las arterias, que se van
endureciendo conforme van soportando la presión arterial alta de manera
continuada. Al endurecerse, cada vez se hace más difícil que la sangre pase por
ellas. Esto es conocido como arterosclerosis, y es el primer paso para las
enfermedades que acabo de citar.
Todo esto puede evitarse con un
buen seguimiento y control.
Prevenir la hipertensión puede
llegar a ser complicado, ya que no se ha logrado describir todavía ninguna
causa específica que la desencadene. Eso sí, hay una serie de factores que suelen estar presentes en la
gran mayoría de personas hipertensas. Alguno de estos factores no son
modificables:
-
Herencia: por desgracia, la hipertensión
puede ser hereditaria. Si tus padres son hipertensos y/o tus abuelos también lo
son, tienes grandes posibilidades de padecerla tú también. Se ha demostrado que
cuando una persona tiene un progenitor (o los dos) hipertenso, las
posibilidades de desarrollar la enfermedad son el doble que la de las personas
cuyos padres no tienen este problema.
-
Sexo: por lo general, los hombres
tienen más predisposición a desarrollar la hipertensión que las mujeres, hasta
que éstas llegan a la edad de la menopausia. En esta etapa la probabilidad de
sufrirla es la misma en ambos sexos.
Esto es así porque las mujeres
en edad fértil segregan estrógenos, una hormona protectora. A esta hormona le
han de agradecer el hecho de tener menos riesgo de padecer enfermedades
cardiovasculares. Eso sí, cuidado. Si tomáis píldoras anticonceptivas aumentáis
vuestro riesgo a padecer hipertensión.
-
Edad: la presión arterial tiende a
aumentar con los años, por los que, lógicamente hay un mayor número de
hipertensos de edad avanzada.
Por el contrario, hay otros factores que sí se pueden modificar:
-
Sobrepeso: está comprobado que, a medida
que se aumenta el peso, aumenta la presión arterial. La frecuencia de
hipertensión entre la gente obesa es entre 2 y 3 veces superior a la de
aquellos cuyo peso es normal. Los últimos estudios apuntan a que la obesidad
provoca una serie de alteraciones que serían, en parte, responsables del
aumento de la presión arterial. La reducción de peso hace que desaparezcan
estas alteraciones.
-
Sedentarismo: como imaginaréis, este punto
esta estrechamente ligado con el anterior. El sedentarismo provoca obesidad,
con todo lo que ello conlleva.
-
Causas hormonales: aquí entran tanto las causas
endógenas (problemas hormonales que tengamos de manera natural) como las
exógenas. En estas últimas entran tanto la administración de esteroides como la
administración de anticonceptivos orales (alrededor del 5% de las mujeres que
toman anticonceptivos pueden desarrollar hipertensión).
-
Drogas y toxinas como el alcohol, la cocaína,
ciertos fármacos y la nicotina.
Con respecto a las causas no
modificables no podemos hacer nada, pero con el resto sí. Empezad a controlar
desde ya vuestra tensión y cambiad algunos hábitos de vida para intentar no
desarrollar la enfermedad. Si no estáis del todo convencidos, una advertencia:
una vez eres declarado hipertenso, lo eres de por vida. La hipertensión, en la mayoría de los casos no tiene cura, se ha de
controlar llevando un tratamiento farmacológico que ayuda a mantener la tensión
en los límites sanos. A parte de este tratamiento, todos los médicos aconsejan,
como yo acabo de hacer, cambiar ciertos
hábitos para controlar mejor la enfermedad: reducir el peso corporal (si se
tiene sobrepeso), reducir la ingesta de sal, seguir una dieta rica el ácidos
grasos poliinsaturados y pobre en grasas saturadas, reducir el consumo de
cafeína, reducir el consumo de alcohol, dejar de fumar (en el caso de los
fumadores) y, como no, realizar ejercicio físico.
Sí, bien al contrario de lo que
se pensaba antaño, desde hace unos años la Organización Mundial
de la Salud
(OMS) y la Sociedad Internacional
de Hipertensión Arterial, incluyen la recomendación de realizar ejercicio físico entre las medidas no farmacológicas
destinadas a disminuir la tensión arterial.
Es recomendable realizar de 30 a 60 minutos de actividad física entre 3 y 5
días a la semana. El ejercicio correcto bien realizado puede llegar a
reducir los valores de tensión arterial en personas hipertensas. Alguno de los
ejercicios más efectivos a este respecto son:
-
Bailar: excelente complemento para los
tratamientos médicos ya que mejora la capacidad cardiovascular, diminuye los
niveles de colesterol y de presión arterial.
-
Correr: aumenta los niveles de
colesterol bueno (HDL), reduce los coágulos en sangre, mantiene el corazón en
buen estado, acelera el metabolismo (ayudando a perder volumen) y reduce el
riesgo de padecer hipertensión.
-
Montar en bicicleta: ideal como entrenamiento de
resistencia. Fortalece el sistema cardiovascular, el metabolismo y el sistema
inmune. Además, tonifica los músculos de las piernas y de la espalda y no se
sobrecargar las articulaciones.
En general, cualquier deporte de
resistencia ayudará a mejorar los niveles de presión arterial. Aunque la mejora
sea mínima, aunque parezca que la presión ha bajado muy poco con el ejercicio,
esa pequeña bajada va a hacer que se reduzca el riesgo a sufrir enfermedades
cardiovasculares.
Eso sí, si eres hipertenso y vas
a comenzar un programa de ejercicio, visita primero a tu médico. Según tu nivel
de hipertensión te recomendará comenzar de una manera u otra. Hay que tendrá
que comenzar con 15 minutos de caminata para ir aumentando el tiempo de manera
progresiva hasta llegar a los 60 minutos. Si
eres hipertenso, por favor, no comiences a hacer ejercicio sin consultar con tu
médico.
Lo bueno es que no hace falta
esperar a que te den cita para visitar a tu médico de cabecera. Hoy en día es
muy fácil y cómodo tener un aparato en casa para poder medirte la tensión tú
mismo, en caso de tenerla alta, es hora de visitar al médico. Para los que no
sepáis leer los datos que aparecen en la pantalla del tensiómetro, os lo comento:
El número más alto que aparece
es la tensión sistólica, es decir,
la que genera el corazón cuando bombea sangre al resto del cuerpo. El número
más bajo es la diástolica, la
presión que hay en los vasos sanguíneos entre cada latido del corazón.
La tensión arterial se mide en
milímetros de mercurio (mmHg) y se clasifica según los valores de la sistólica y la diastólica en:
Normal:
menos de 120/80 mmHg.
Prehipertensión: de 120/80 a 139/89 mmHg.
Estadio 1 de hipertensión: 140/90 a 159/99 mmHg.
Estadio 2 de hipertensión: 160/109 a 179/109 mmHg.
Estadio 3 de hipertensión: mayor de 179/109 mmHg.
Como veis, vuestra tensión no es
algo que se pueda tomar a la ligera. Haceos un seguimiento periódico, no cuesta
nada (no tardaréis más de un minuto es tomaros la tensión) y, como no, llevad
una vida sana. Sí, una vez más el estilo de vida saludable se manifiesta como
la mejor previsión. Llevad una dieta equilibrada, realizad alguna actividad
física a diario y eliminad vicios insanos (tabaco, alcohol…). Vuestro corazón os
lo agradecerá. J
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