Todos sabemos que lo qué más
preocupa a la gran mayoría de la población hoy en día es su aspecto físico, ¿a
que sí? Y, dentro del aspecto físico, una de las cosas por las que más nos
preocupamos es por nuestra piel. Sí, nuestra piel. Todos queremos una piel
tersa, suave, bronceada, libre de manchas y arrugas… Y, para lograrlo, gastamos
grandes cantidades de dinero en productos y cosméticos que nos prometen
transformar la apariencia de nuestra piel y hacer que parezca la de un bebé.
Sí, gastamos mucho tiempo y
dinero en el cuidado de nuestra piel. Un tiempo y un dinero que no nos duele,
ya que sabemos que pareceremos más jóvenes durante más tiempo (el gran sueño
dorado a nivel mundial).
Lo malo es que, sin darnos
cuenta, esa obsesión que se ha apoderado del mundo hace que la pongamos en
peligro su salud. Dañamos el equilibrio natural de nuestra piel exponiéndola y
haciendo que aumente de manera vertiginosa el peligro a sufrir infecciones y
enfermedades cutáneas.
Como lo leéis, nuestra obsesión
por cuidar nuestra piel hace que cometamos ciertos errores que la ponen en
peligro. Y, de entre todos los errores, los peores los cometemos a la hora de
ducharnos. Sí. Expertos dermatólogos han
estudiado el por qué hay cada vez mayor número de infecciones cutáneas y han
concluido que el problema está en la manera que tenemos de ducharnos.
Así que hoy tengo la intención
de comentar cuáles son esos errores que cometemos durante la ducha y están
poniendo en peligro algo tan importante como nuestra piel.
Comenzaré hablando de la frecuencia con la que nos duchamos. Hoy
en día, es muy raro que alguien no se duche a diario. Todos necesitamos
sentirnos limpios. Así, ya sea al comienzo del día o al final, todos nos
duchamos a diario. Lo malo es que, muchas veces nos duchamos varias veces al
día.
Hay veces que ducharse varias
veces al día es obligatorio (la práctica de deporte, un trabajo muy exigente
físicamente hablando…). Lo malo es que esta práctica pone en grave peligro la capa
protectora de nuestra piel haciendo que vuelva más propensa a sufrir
infecciones.
A este respecto, es muy
importante que, aquellos que nos tenemos que duchar varias veces al día, sólo
utilicemos gel una de las veces. El resto, es mejor que sean duchas muy rápidas
y que las hagamos sólo con agua.
También hemos de tener cuidado
con la temperatura del agua. Hay
gente que, incluso en verano, se ducha con agua caliente. Pero hay que tener
cuidado porque el agua caliente hace que nuestra piel se reseque y se estropee.
La mejor opción, según los dermatólogos, es ducharse con agua templada (sobre
los 30ºC ).
Cómo no, he de hablar de los geles que utilizamos cuando nos
duchamos. Os voy a hacer una pregunta: ¿qué es lo primero que hacéis cuando
vais a comprar un gel? Seguro que la mayoría de vosotros responde que lo
primero que hacer es abrir el bote y olerlo. Sí, llego a pensar que nos
duchamos con el olfato. Si nos gusta el perfume de un gel/champú lo compramos
sin cuestionarnos nada.
Lo bueno es que nos duchamos y
olemos estupendamente. Lo malo es que según expertos dermatólogos, los productos excesivamente perfumados
pueden producir dermatitis y/o alergias en las pieles sensibles. El hecho
de que un gel lleve tanto perfume es sinónimo de que es demasiado químico,
sabremos que es así porque, además, hacen mucha espuma. Ante esto, nosotros
estamos felices, pensamos que, cuanta más espuma hagamos al ducharnos, más
limpios quedamos, pero no es así. Cuanta
más espuma produce un gel, más conservantes contiene, lo que aumenta el riesgo
de que nuestra piel sufra daños.
Esto es debido a que, como he
comentado, estos geles contienen mucho jabón
(productos químicos). Estos productos eliminan el manto ácido de la piel, por
lo que ésta queda desprotegida ante agresiones externas. A este respecto, los
dermatólogos recomiendan buscar lo que llaman las fórmulas sin, que respetan la capa hidrolipídica que recubre la piel. No os
preocupéis, no son difíciles de encontrar. La mayoría de productos de ducha que
encontraréis en las farmacias responden a esta fórmula.
Otra pregunta: ¿cómo aplicáis el
gel en vuestro cuerpo? La mayoría utiliza esponja
o guante de crin, ¿verdad? Otro grave error. Los dermatólogos avisan de que
las personas sanas y autónomas deberíamos prescindir de este utensilio y
aplicar el gel con la mano. Aseguran que las fricciones (demasiado enérgicas en
la mayoría de los casos) tan continuas (a diario) hacen que eliminemos, no sólo
la piel muerta y la suciedad de nuestro cuerpo, sino también esa capa
protectora tan importante para nuestra piel. Así, aseguran que aplicándonos el
gel con las manos, eliminamos esas partículas muertas y esa suciedad acumulada
a lo largo del día (y/o durante la práctica deportiva) sin dañar esta fina capa
de nuestra epidermis.
Sin embargo, existen casos en los que se recomienda el
uso de esponja por su poder descamativo. Este sería el caso de personas con
lesiones cutáneas como la psoriasis, por ejemplo. En personas dependientes por
enfermedad o edad (niños y ancianos) también es aconsejable utilizarla. Eso sí,
en estos casos lo recomendable sería utilizar esponjas desechables, ya que las esponjas, además, se convierten en
un almacén de gérmenes.
Otro gran error que cometemos es
el de no aclararnos bien el gel.
Vamos con prisa y, muchas veces, salimos con jabón en alguna parte de nuestro
cuerpo, ¿a que os ha pasado más de una vez? (sobre todo en la espalda). Pues
bien, el mínimo resto de gel o jabón que quede en la piel puede provocar
dermatitis irritativas. Mi consejo: echad un buen vistazo a todo vuestro cuerpo
antes de salir de la ducha y aseguraos de que os habéis aclarado bien.
Otra práctica muy común que
debería erradicarse es la de depilarse
bajo la ducha. Sí, más del 65% de las mujeres se depila con cuchilla, y
muchas aprovechan precisamente el momento de la ducha para hacerlo. Los
estudios concluyen que rasurarse mientras cae agua puede provocar irritación.
Ahora, si lo que os falta es
tiempo para poder depilaros fuera de la ducha y pensáis en seguir haciéndolo
dentro, lo aconsejable es que utilicéis geles o espumas depilatorias y que el
agua de la ducha sea templada o fría. Así, al menos, la irritación será algo
menor.
Por último, he de hablar del secado. Aunque muchos aseguran que lo
mejor es dejar que el agua se evapore y no utilizar toalla, todo va a depender
de la zona en la que vivas. Hay zonas en la que el agua es muy dura. Dejarla
secar sobre la piel puede hacer que esta se reseque y quede áspera y tirante.
Lo que también hemos de evitar
es secarnos con toalla utilizando fricciones enérgicas. Esto puede hacer que
estropeemos el famoso manto de protección de nuestra piel. Lo aconsejable es secarnos con una toalla a base de ligeros toques o
suaves caricias.
Seguro que os acabáis de dar
cuenta de que ponéis en peligro a diario esa piel que tanto queréis cuidar. Lo
bueno es que cuidarla y mantenerla sana es fácil. Sólo tenemos que modificar
unos pocos malos hábitos. Veréis como, aunque las duchas no sean tan perfumadas
ni tan espumosas, seguiréis teniendo la sensación de estar limpios y, mucho
mejor, notaréis la piel cada vez más sana. Ya sabéis, empezad a cambiar
vuestros hábitos de ducha, vuestra piel os lo agradecerá. J
Para cualquier consulta: mejorsiesconsalud@gmail.com
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