Hace unas semanas, cuando
publiqué lo que le sucedió a mi cuerpo cuando dejé de tomar azúcar, comenté que
muchos pensaron que me proponía a hacer una dieta cetónica. Por supuesto, lo
negué en redondo, todos sabéis que no soy partidaria de dietas milagro ni de las restrictivas.
Pues bien, a partir de ese día
comenzaron las preguntas. Mucha gente nunca había oído hablar de la dieta
cetónica y me han estado preguntando por
ella. Pues bien, el post de hoy lo voy a dedicar a hablaros de este tipo de
dieta y del por qué, bajo mi punto de vista, no deberíais seguirla.
Estoy segura de que todos habéis
oído hablar de dietas como la dieta
Dunkan o la dieta Atkins. Estos
son dos famosos ejemplos de dieta cetónica. Son dietas altas en grasas, con un consumo de proteínas elevado, aunque los
puristas comentan que el consumo de proteínas es moderado, y con un consumo muy
bajo, e incluso nulo, de hidratos de carbono.
Como os he comentado en más de
una ocasión, la principal fuente de
energía de nuestro cuerpo son los hidratos de carbono. Son lo primero que
quema nuestro cuerpo a la hora de realizar cualquier esfuerzo. Pues bien, la
teoría general de este tipo de dietas es que si reducimos la cantidad de
hidratos de carbono que consumimos y aumentamos la cantidad de grasa y de
proteínas, nuestro cuerpo cambiará la manera de conseguir energía. Nuestro
cuerpo pasará a utilizar la grasa como fuente de energía.
Este estado metabólico en el que
nuestro organismo se ve privado de los hidratos de carbono como fuente
principal de energía, por lo que se ve obligado a obtener energía a partir del
metabolismo de las grasas se llama cetosis. De ahí el nombre de este tipo de
dietas.
Hay muchos partidarios de este
tipo de dieta que aseguran que funciona. Por supuesto, como cualquier tipo de
dieta, funcionará mejor a unos que a otros. Pero la pregunta es: ¿es bueno para nuestro organismo seguir una
dieta así?
Vale, hay estudios que han comparado la dieta cetónica con otras
dietas hipocalóricas (bajas en calorías) y la conclusión es que la pérdida de peso es similar, e incluso,
en algunos casos, el peso perdido es ligeramente superior en las dietas
cetónicas.
También se ha comprobado que quien sigue una cetónica muy estricta,
consumiendo únicamente grasas vegetales (nada de grasas animales), aumenta las probabilidades de disminuir los
niveles de colesterol en sangre.
Al ser una dieta altamente
proteica, tiene otra ventaja ante cualquier otra dieta hipocalórica: disminuye el apetito. Esto es debido
a que la proteína tiene un alto poder saciante. Al consumir tanta proteína,
quedas más saciado y va disminuyendo tu apetito.
Hasta aquí parece que estoy
hablando de una dieta sana, ¿no? Cuidado. Como siempre digo, estoy muy en
contra de cualquier tipo de dieta restrictiva, es decir, de aquellas dietas que
eliminan algún nutriente esencial (hidratos de carbono, proteínas, grasas,
vitaminas y minerales). Pensad, si nuestro cuerpo necesita los hidratos de
carbono será por algo, ¿no? Y ya no es que los necesite, es que es nuestra
fuente principal de energía. ¿Estáis seguros de querer eliminarlos de vuestra
dieta?
Cuando privamos a nuestro organismo de los hidratos de carbono, lo primero que hace es
utilizar el glucógeno que tiene almacenado en el hígado. Cuando éste se acaba,
comienza a consumir los ácidos grasos. Sí, pero esto que parece tan idílico a
la hora de querer adelgazar puede ser muy peligroso para nuestra salud. Durante
este proceso metabólico, en el que nuestro organismo ha de quemar ácidos grasos
porque no tiene hidratos de carbono de los que tirar, se liberan cuerpos cetónicos. Unos cuerpos que, liberados de forma
masiva pueden ser muy peligrosos y dañar
seriamente a nuestros órganos.
De hecho, el hígado tiene que trabajar el doble para poder conseguir energía.
Así que hay que tener mucho cuidado. Esta dieta no es nada recomendable para
personas con problemas hepáticos.
También se ha comprobado que el
estado de cetosis prolongado aumenta el
riesgo de padecer arritmias cardíacas.
Por otro lado, hemos de tener en
cuenta que nuestro cerebro de alimenta única y exclusivamente de glucosa. Si le
negamos a nuestro organismo la principal fuente que tiene para poder obtener
esa glucosa, os podréis imaginar que nuestro cerebro padecerá las
consecuencias, ¿verdad? Hay casos probados de descenso en la capacidad atención y de la concentración.
Si se lleva a niveles muy
extremos y los cuerpos cetónicos aumentan de manera masiva en sangre, se puede
llegar a la cetoacidosis. Esta situación puede producir graves daños en algunos órganos o, incluso, el coma.
Si no queréis llegar a pensar en
niveles tan extremos, vale. Volvamos a pensar en una dieta restrictiva, que no
sólo restringe el consumo de hidratos de carbono (insisto, el macronutriente
más importante para nuestro cuerpo), sino que también restringe el consumo de vitaminas y minerales (por el
contenido en hidratos de carbono de frutas y verduras). Aquí los puristas me
dirán “eso se suple con un complejo
vitamínico”. Sí, tenéis razón. Pero, si podemos obtenerlo a través de una
alimentación sana, ¿para qué echar mano a suplementos? Es mi manera de pensar…
Por otro lado, también se reduce el consumo de fibra.
Así que hay grandes posibilidades de que aparezca el estreñimiento. Aquí los
puristas me dirán “tomando algún laxante,
problema solucionado”. Yo sigo diciendo que si podemos ingerir fibra de
manera natural, fibra que, además, le va bien a nuestro organismo, ¿para qué
hemos de echar manos de laxantes? Además, como os comenté a primeros de semana,
abusar de los laxantes no es nada bueno para nuestro organismo, ya que puede
hacer que nos bajen los niveles de potasio.
Otro problema que le veo es la
reducción en el consumo de calcio. A largo plazo puede provocar problemas óseos (problemas dentales,
osteoporosis…)
Como también os comenté hace
unas semanas, el aumento de cuerpo cetónicos en el organismo, suele provocar halitosis (mal aliento). Igual
los puristas me hablan de tomar caramelos mentolados, pero yo sigo prefiriendo
evitar este problema siguiente una dieta sana y equilibrada.
Además, si eres, como yo, de los
que practican actividad física a diario, tu rendimiento se puede ver muy
mermado, ya que al reducir el consumo de hidratos de carbono puedes llegar a
sentir mucho más cansancio y fatiga.
No se me puede olvidar comentar
que las mujeres que siguen este tipo
de dietas pueden llegar a experimentar irregularidades
menstruales. El cambio metabólico en el que se basa la teoría de este tipo
de dietas lleva a un cambio hormonal.
Ahora, sabiendo todo esto,
¿sigues pensando que es bueno eliminar los hidratos de carbono de tu dieta? Yo
sigo pensando que es una locura. Sigo pensando que si nuestro organismo
necesita los hidratos de carbono para moverse, será por algo y que eliminarlos
de nuestra dieta sólo puede acarrear problemas.
Una vez más, os he de aconsejar
que, si queréis bajar peso y/o volumen, lo mejor que podéis hacer es poneros en
manos de un buen nutricionista/endocrino que os diga exactamente qué tomar, en
qué cantidades y cuándo hacerlo. Sólo así lograréis los resultados que queréis,
y lo haréis de manera sana y segura. Haced las cosas sin prisas. Poneos en las
manos adecuadas. Vuestra salud os lo agradecerá. J
Para cualquier consulta: mejorsiesconsalud@gmail.com
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