martes, 28 de abril de 2015

AUMENTA LA FUERZA DE TUS PIERNAS CON MULTISALTOS


Por lo general, cuando queremos aumentar la fuerza de alguno de nuestros músculos, pensamos en varios ejercicios, todos ellos ejecutados con pesas. Si estos músculos son los de nuestras piernas, automáticamente pensamos en sentadillas, en la máquina para extensiones de cuádriceps y en la prensa, como mínimo.
La verdad es que sí. Las pesas son unas grandes aliadas a la hora de ganar fuerza. Pero no son las únicas. De hecho, hay que tener cuidado porque, si no varías el entrenamiento, los músculos se adaptan, se acostumbran a hacer siempre lo mismo y se estancan. He aquí el motivo por el que los entrenadores no dejamos de variar los entrenamientos a nuestros alumnos.
Hoy quiero hablaros de una forma diferente de variar vuestra rutina de pierna. Algo que hará que vuestras piernas reaccionen y cambien rápidamente. Hoy os hablo de los multisaltos. Ejercicios que, aun sin utilizar ningún tipo de peso extra, van a suponer un gran reto para todos y cada uno de los músculos de vuestras piernas.

Sí, estos ejercicios hacen trabajar todos los músculos de las piernas, desde el sóleo y los gemelos, a los isquiotibiales, cuádrices y glúteos. Todos realizan la recepción y son los responsables de realizar el impulso para el siguiente salto.
Como bien indica el nombre, esta técnica se basa en realizar saltos de manera continuada durante un período de tiempo determinado o hasta llegar a un cierto número de repeticiones. Los descansos entre series no han de ser muy largos.
Ahora bien, dado el alto impacto que supone este tipo de ejercicio tanto para los tobillos como para las rodillas, hemos de asegurarnos de que los realizamos con el calzado adecuado (con una buena amortiguación) y de que no los realizamos en superficies ni muy duras (asfalto) ni muy blandas (arena).
Además hemos de utilizar la técnica correcta para que las articulaciones no sufran y para lograr los máximos resultados. Para asegurarnos una buena técnica hemos de tener bien claro con qué parte del pie hemos de decepcionar el salto. En saltos cortos, como por ejemplo el salto a la comba, sólo utilizamos la cabeza de los metatarsos, es decir, saltamos de puntillas, dándole un gran trabajo a los tobillos y a los gemelos. En saltos largos, la recepción se hace con la planta del pie, así no sólo protegeremos las rodillas, también damos estabilidad en la recepción y ganamos fuerza de impulso para el siguiente salto. Sea como sea el salto, nunca debemos dejar las rodillas totalmente estiradas, siempre han de llevar una ligera flexión, primero, para evitar lesionarlas, y, segundo, para hacer que los cuádriceps, isquiotibiales y glúteos cumplan su función de recepcionar el salto y de ayudar al impulso para el siguiente. Además, cómo no, no nos podemos olvidar del abdominal. Ha de permanecer bien contraído durante la ejecución para estabilizar bien el cuerpo y evitar lesiones en la zona lumbar.

Hay muchos tipos de saltos, pero todos se pueden resumir en dos, digamos, categorías principales: saltos horizontales y saltos verticales. Los primeros son los que se realizan buscando longitud, sin separar mucho los pies del suelo. Los segundos son los que buscan altura, separando al máximo los pies del suelo.
Ahora viene la gran pregunta: ¿cómo empezar a introducir los multisaltos en nuestra rutina semanal? Mi consejo es que añadáis un día más de entrenamiento de pierna a vuestra rutina. Ese día realizáis un circuito con multisaltos. La ventaja es que no se necesita ir al gimnasio, por lo que ese día extra puede ser un sábado, por ejemplo, y podéis hacerla en casa, o en un parque cercano, sabiendo que no os va a ocupar mucho tiempo.
A la hora de escoger los ejercicios para el circuito con multisaltos, os tengo que pedir precaución. Si nunca habéis entrenado con este tipo de ejercicio, empezad poco a poco. Debemos dejar que el cuerpo se acostumbre a esta nueva forma de entrenar. Un buen circuito para principiantes sería este:
EJERCICIO 1: SALTO A LA COMBA

Este ejercicio tan típico es uno de los mejores a la hora de trabajar tanto la fuerza como la resistencia, la agilidad y la estabilidad de nuestras piernas.
El objetivo ha de ser saltar con los pies juntos, de manera que no se separen casi del suelo.
Para lograrlo no mováis la cuerda utilizando todo el brazo, utilizad sólo vuestras muñecas para hacerlo. El movimiento de la cuerda será más rápido y preciso, obligándoos así a saltar más rápido, para lo que necesitaréis ajustar la altura del salto.
Recordad, este tipo de salto se decepciona con los metatarsos.
EJERCICIO 2: JUMPING JACKS

Partiendo con los pies juntos, dad un salto, sin elevar apenas los pies del suelo, para separar los pies entre sí. Desde aquí, volved a juntar los pies con otro salto.
Para darle más intensidad al ejercicio podéis añadir movimiento de brazos. Así, cuando separéis los pies, elevaréis los brazos por encima de la cabeza en forma de V (vuestro cuerpo formará una X). Cuando juntéis los pies, bajad los brazos al lado del cuerpo.
Aunque no se separen mucho los pies del suelo, la recepción de este salto se hará con la planta de los pies, tanto cuando se abre como cuando se cierra.
EJERCICIO 3: CUADRADO A PIES JUNTOS
Se trata de imaginarse que estáis dentro de un cuadrado y que tenéis que saltar de dentro a fuera y de fuera a dentro por los cuatro lados de ese cuadrado.
Así, con los pies siempre juntos y sin elevaros mucho del suelo, realizaréis un pequeño salto hacia adelante seguido de otro que os devolverá al punto de partida, después realizaréis un salto atrás seguido de otro que os devolverá al punto de partida, tras este realizaréis un salto hacia la derecha seguido de otro que os devolverá al punto de partida y, por ultimo daréis un salto hacia la izquierda seguido de otro que os devolverá al punto de partida.
Todo esto, sin parar en ningún punto, como si el suelo os quemase.
La recepción de estos saltos se hace con los metatarsos.
EJERCICIO 4: POWER LOUNGE

Partiendo con los pies juntos, separad los pies dando un salto. Pero esta vez los pies no irán hacia los lados como en los Jumping Jacks. En este ejercicio un pie va hacia adelante y el otro hacia atrás.
A la hora de recepcionar el salto, nuestras piernas han de formar ángulos de 90º. La recepción se hará con la planta del pie que va hacia delante, el pie de atrás sólo apoyará los dedos. Desde esta posición, se vuelve a saltar para cambiar la posición de los pies (el que estaba alante pasa atrás y el de atrás pasa alante)
Para este circuito, os aconsejo que realicéis cada ejercicio durante un minuto y que descanséis unos 15 segundos antes de pasar al siguiente. Cuando acabéis una vuelta, descansad un minuto y volved a comenzar. Realizad 4 ó 5 vueltas al circuito. Notaréis cómo mejora no sólo la fuerza de vuestras piernas, sino también vuestra resistencia cardiovascular.
Si este circuito resulta demasiado básico para vosotros, podéis hacer este otro, más exigente:
EJERCICIO 1: PASOS DE TRIPLE

Éste es un ejercicio básico para los atletas de triple salto. Se trata de saltar primero con una pierna y después con la otra, como si fueseis corriendo, pero a saltos. El objetivo es buscar la máxima amplitud de salto, es decir, llegar lo más lejos posible en cada salto.
La recepción de este salto se hace con un solo pie (con la planta del mismo) y será esa pierna la que impulse para el siguiente salto, que se recepcionará con el pie contrario. Así sucesivamente.
Si este ejercicio os parece poco exigente, podéis hacer todos los saltos a una sola pierna (decepcionando e impulsando con la misma pierna) y, cuando acabéis los saltos correspondientes a esa pierna, realizar los mismos con la pierna contraria, a ver si sois capaces de recorrer la misma distancia con una pierna que con la otra.
Haced unos 20 (10 con cada pierna) antes de pasar al siguiente ejercicio.
EJERCICIO 2: SALTOS AL CAJÓN

Colocaos con los pies juntos ante un cajón y saltad para subiros encima del mismo. La bajada la podéis hacer saltando hacia atrás o bajando primero una pierna y después la otra. Lo que más seguridad os suponga.
Conforme os vayáis acostumbrando a este ejercicio, id aumentando la altura del cajón.
Si no tenéis cajones, no os preocupéis, también sirve cualquier tipo de escalón, las gradas de algún campo de fútbol cercano…
Cuando la altura ya no suponga un problema, hacedlo a una sola pierna. Saltad sobre el cajón/escalón el número de veces que corresponda con una sola pierna y después con la otra. Eso sí, para empezar con una pierna, hacedlo con el cajón/escalón más bajito.
La recepción del salto se hará con la planta de los pies.
Haced unos 20 saltos (10 con cada pierna) antes de pasar al siguiente ejercicio.
EJERCICIO 3: SALTO DE LA RANA

En este ejercicio, al igual que en el primero, se busca longitud, más que altura.
Es muy parecido al primero, pero esta vez se salta con los pies juntos. Ayudaos con todo el cuerpo para impulsaros lo más lejos posible.
La recepción de este salto se hace con la planta de los pies y flexionando las rodillas al máximo, de manera que el impulso para el siguiente salto sea mayor.
Haced unos 20 antes de pasar al siguiente ejercicio.
EJERCICIO 4: CUADRADO A PIES JUNTOS

Sí, es el mismo ejercicio que he puesto en el circuito para principiantes, pero, como supongo que os imagináis, hay una modificación.
Esta vez, en cada salto, elevad las rodillas acercándolas todo lo que podáis hacia el pecho (Tuck Jump).
Para esta modificación, la recepción de los saltos se hará con la planta de los pies
Haced todo el cuadrado entre 5 y 10 veces.
Para este circuito, descansad unos 30 segundos entre ejercicio y ejercicio y, al acabar una vuelta descansar un minuto entero antes de volver a empezar. Realizar 4 ó 5 vueltas al circuito.
Ahora, cuidado. Si cambiáis del circuito más básico a éste, más avanzado, no lo hagáis de golpe. Id introduciendo ejercicios paulatinamente (cambiad un ejercicio cada dos o tres semanas). E incluso podéis ir combinando ejercicios de los dos circuitos para darle variedad a vuestro entrenamiento y notar más los resultados.
Por último, sólo me queda deciros que, además de aumentar la fuerza, la resistencia, la estabilidad y la velocidad de vuestras piernas, este tipo de entrenamiento también os hará ganar resistencia cardiovascular y, dado el nivel de exigencia, os ayudará a quemar grasa más rápidamente, haciendo que se reduzca el volumen de todo vuestro cuerpo.
Eso sí, si tenéis alguna lesión articular (tobillos, rodillas o cadera), este tipo de ejercicio no es para vosotros. Hablad con vuestro instructor/monitor y comentadle vuestro caso. Sólo él os podrá decir qué ejercicio realizar para lograr los mismos resultados sin dañar más vuestras articulaciones.


Así pues, ¿a qué estáis esperando? Escoged el circuito que mejor se adapte a vuestra condición física y… ¡A saltar! Creedme, vuestro cuerpo os lo agradecerá. J


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domingo, 26 de abril de 2015

LA IMPORTANCIA DEL POTASIO PARA NUESTRA SALUD


Por lo general, el Potasio es ese mineral del que sólo nos acordamos cuando sufrimos calambres. Estoy segura de que nadie, o casi nadie, sabe la razón, pero en cuanto alguien sufre un calambre muscular lo primero que se le dice es “eso es que te falta potasio”.
Sí, es verdad, uno de los síntomas de la hipopotasemia o hipokalemia (falta de potasio) es la aparición de calambres musculares. Lo malo es que esto es lo único que sabe la gran mayoría sobre este mineral. Por lo general no se le da importancia, incluso muchos se niegan a ingerir alimentos que lo contienen porque siguen dietas demasiado estrictas y piensan que son alimentos muy calóricos. Gran error.
Cuando seguimos una dieta, no sólo hemos de fijarnos en el número de calorías que ingerimos. Sobre todo hemos de asegurarnos de que esa dieta sea sana y equilibrada, ya que la falta de algún macronutriente (hidratos de carbono, proteínas y grasas) o de algún micronutriente (vitaminas y minerales) puede acarrearnos graves problemas de salud.
En este caso, el potasio es un mineral. Pero no es un mineral cualquiera. Está considerado un macromineral, ya que es uno de los más presentes en nuestro organismo. En concreto, es el tercer mineral que nuestro cuerpo posee en mayor cantidad (tras el calcio y el fósforo). Ahora es cuestión de pensar: si nuestro cuerpo posee tan alta cantidad de este mineral, será por algo, ¿no?

Pues sí, el potasio juega un papel muy importante en nuestro organismo. Junto con el sodio regula el equilibrio de agua y del ácido base tanto en la sangre como en los tejidos.
Además interviene directamente en la contracción muscular. Una vez más, recuerdo que el corazón es un músculo, por lo que podemos imaginarnos la importancia que tiene este mineral para nuestra salud cardíaca, ¿verdad?
Por otro lado, muchas enzimas necesitan potasio para poder activarse. Entre ellas, destaca la enzima piruvato quinasa, muy importante en el metabolismo de los hidratos de carbono. Como he comentado más de una vez, los hidratos de carbono son la principal fuente de energía que utilizan nuestros músculos para moverse.
Si a todo esto añadimos que es esencial para la síntesis de proteínas, importantes para el desarrollo muscular, vemos lo importante que es ese mineral para nuestro sistema muscular. De ahí que su déficit cause, entre otras cosas, problemas musculares (calambres).
Ahora, no vayáis a pensar que las funciones de este macromineral en nuestro organismo, se quedan aquí. No. Tiene muchas más. Entre ellas destacan:
-          Ayuda a transportar oxígeno al cerebro (junto con el fósforo).
-          Ayuda a normalizar el ritmo cardíaco (junto con el calcio y el sodio).
-          Ayuda a regular la presión arterial.
-          Estimula los impulsos nerviosos y la actividad neuromuscular (junto con el sodio)
-          Ayuda a mantener el equilibrio del PH de nuestro organismo.
-          Colabora de forma directa en la conversión de la glucosa en glucógeno.
-          Ayuda a la formación de músculos, por lo que es de vital importancia para un crecimiento normal.
-          Estimula los movimientos del intestino, por lo que su consumo es de gran importancia para aquellas personas que sufren estreñimiento.
-          Favorece la eliminación de líquidos.
-          Ayuda a combatir la fatiga.
Así, con todo lo que hace en nuestro organismo, os podéis imaginar que la falta de potasio puede acarrear problemas mucho más graves que un calambre muscular, ¿verdad?

Pues sí, la hipokalemia, además de calambres musculares, puede provocar problemas como debilidad y fatiga muscular, dolores de huesos y articulaciones, irritabilidad, estreñimiento, retención de líquidos y edemas, confusión mental y falta de reflejos, hipoglucemia, arritmias cardíacas, alteraciones de la presión arterial, alteraciones del crecimiento, nauseas y vómitos.
Así que, ya sabéis, si tenéis alguno de estos síntomas, id a vuestro médico y haceros una analítica de sangre. Puede que vuestros niveles de potasio sean demasiado bajos y, si no lo solucionáis, los problemas pueden ir a peor.
Lo peor de todo es que, muchas veces, somos nosotros mismos lo que nos provocamos la falta de potasio y no lo sabemos. Debéis de saber que nuestro organismo elimina mucho potasio a través de la orina. Así, todas aquellas personas que abusan de los diuréticos con la esperanza de perder alguna talla, sin saberlo, están haciendo que su organismo elimine más potasio del que debería. Si ese potasio no se recupera, se puede llegar a la hipokalemia.

Lo mismo les pasa a todas aquellas personas que abusan de laxantes (ya sea para bajar tallas o para combatir el estreñimiento). Tanto para perder líquidos, como tallas, como para intentar aliviar el estreñimiento, deberíais llevar una dieta adecuada, con el consumo adecuado de agua, y realizar ejercicio diario. Intentad no abusar de este tipo de productos, que eliminan de vuestro cuerpo nutrientes esenciales.
También hemos de tener mucho cuidado aquellos que sudamos copiosamente. Nuestro cuerpo también elimina potasio a través de la sudoración. Así, sobre todo ahora que llega el calor, tras realizar cualquier ejercicio que nos haga sudar de manera excesiva, debemos de rehidratarnos con una buena bebida deportiva. Ésta no sólo nos ayudará a reponer los líquidos perdidos, también nos ayuda a reponer los electrolitos eliminados con el sudor (principalmente potasio y sodio).

También es bueno que sepáis que el potasio y el sodio han de estar en perfecto equilibrio en nuestro organismo. Así, el consumo excesivo de sal romperá ese equilibrio. Nuestro cuerpo necesitaría también más potasio. Si no se lo proporcionamos, nuestro cuerpo no eliminará el sodio pensando que hay un exceso de este mineral. Lo que hará es pensar que los niveles de potasio son bajos y actuará en consecuencia (comenzarán los síntomas de la hipokalemia). Por lo que, si tenéis la costumbre de añadir mucha sal a los alimentos, empezar a cambiarla. Nuestro organismo tiene suficiente sal con la que contienen los alimentos de forma natural, no es bueno que abuséis de este producto. Si la comida os parece sosa sin tanta sal, ¿por qué no probáis a añadir especias a vuestros alimentos? Creedme, os sorprenderéis.

Como he comentado, el potasio ayuda a convertir la glucosa en glucógeno. Así, si consumimos demasiado azúcar refinado (glucosa, nuestro organismo no la necesita), nuestro organismo necesitará más potasio para poderla convertir en glucógeno (muy importante para nuestro organismo). Como consecuencia, disminuye el nivel de potasio en nuestro organismo.
Otro gran error que comete mucha gente que busca perder alguna talla es el de dejarse llevar por las peligrosas dietas milagro. Desde hace unos años, la mayoría de esas dietas se basan en una premisa: reducir al máximo el consumo de hidratos de carbono. Ahora pensad, el potasio interviene directamente en la contracción muscular. Si le negamos a nuestro cuerpo la principal fuente de energía que utilizan nuestros músculos para poder moverse, ¿qué pasará? ¡Correcto! Nuestro organismo utilizará más potasio del necesario para lograr mover cada uno de nuestros músculos. Ya suponéis lo que esto quiere decir, ¿verdad? Aumentamos el riesgo de sufrir hipokalemia. Quitaos de la cabeza eso de que los hidratos de carbono engordan. Es mentira. Los hidratos de carbono son muy necesarios para nuestro organismo. Sólo hay que saber cómo y cuándo tomarlos.

Otro de los problemas de este tipo de dietas es que suelen ser hipocalóricas (bajas en calorías). Así, suelen prohibir el consumo de ciertos alimentos por “tener demasiadas calorías”, sin tener en cuenta que esos alimentos son muy importantes para nuestra salud. Muchos de ellos son nuestra principal fuente de potasio (plátano, frutos secos, legumbres…).
También hemos de tener cuidado con el estrés, tanto físico como emocional. Está comprobado que aquellos que lo sufren de manera prolongada tienen más probabilidades de sufrir hipokalemia.
En caso de que sufráis hipokalemia, sólo vuestro médico puede aconsejaros sobre cómo recuperar los niveles de potasio. Sólo él sabrá qué suplementos son los adecuados para vuestro caso.
Si no la sufrís, está en vuestra mano no llegar a sufrirla. Sólo tenéis que eliminar algunos malos hábitos como el consumo excesivo de sal o de azúcar refinado, no hacer locuras para perder tallas…, y añadir a vuestra dieta alguno de estos alimentos (todos ellos ricos en potasio):

-          Pescados: caballa, salmón y trucha.
-          Carnes: pollo y carnes rojas.
-          Frutas: plátano, melón (tanto verde como amarillo), kiwi, albaricoque, cereza, ciruela, uva (las uvas y las ciruelas pasas tienen mayor concentración de potasio que las frescas).
-          Hortalizas: alcachofa, apio, berenjena, boniato, brócoli, calabaza, col, guisantes, maíz dulce, rábano, remolacha, zanahoria.
-          Legumbres: habas, judías blancas, lentejas.
-          Productos lácteos.
-          Frutos secos: nueces, almendras, avellanas.
-          Setas: champiñones y trufas.

Como veis, no nos lo podemos tomar a broma. Desterrad malas costumbres y comenzad a darle importancia a este mineral. Vuestra salud os lo agradecerá. J


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viernes, 24 de abril de 2015

EJERCICIOS CON TRX QUE CAMBIARÁN TU TREN SUPERIOR


Cada vez se acerca más el calor. La gente empieza a preocuparse ahora por el estado de su cuerpo. Ha llegado la época del año en la que todos quieren ver más tonificada y fina alguna parte de su cuerpo.
Por lo general, las zonas que más preocupan son el abdomen y el glúteo, pero no son las únicas. Hace un par de días, una alumna me confesó que, ella, la parte que más se mira (y la que menos le gusta de su cuerpo) son los brazos.
Estoy segura de que, como a ella, a muchos de vosotros os preocupa esta zona de vuestro cuerpo: brazos flácidos y sin forma. Nos guste o no, los enseñamos mucho antes que el resto del cuerpo cuando llega el calor.
También me ha escrito gente preocupada por la tonicidad de su espalda o de su pectoral y, cómo no, por la de su abdomen. Es normal. Como bien se dice “Fitness is sexy” (el fitness es sexy). Por fin nos estamos dando cuenta de que un cuerpo tonificado y con forma es mucho más bonito que uno flácido y sin curvas.

Mi consejo, como siempre, es llevar una dieta sana y equilibrada y realizar ejercicio diario. En este caso, para ganar tonicidad, ha de ser ejercicio con resistencias. Lo malo de la gran mayoría de los que me habéis preguntado es la falta de tiempo. Muchos sólo podéis ejercitaros durante unos minutos al día (media hora como mucho), y decidís que, para el poco tiempo que tenéis, o no hacéis nada, o salís a correr. Error.
 Como acabo de comentar, para tonificar necesitáis mover peso. Perro tranquilos, no hace falta una larga rutina de pesas, ni disponer de una serie de aparatos. Si no tienes mucho tiempo, tu propio cuerpo puede ser la resistencia perfecta para ganar ese tono muscular que estás buscando.
Ejercicios como las flexiones o la plancha de Pilates (ya os expliqué en posts anteriores cómo realizarlos), son perfectos para tonificar tanto el tronco como los brazos. Si estos ejercicios se os quedan cortos, podéis añadirles dificultad apoyando los pies en algún lugar elevado o, mejor, provocando una inestabilidad. Manteniendo los pies y/o las manos en suspensión harás que un ejercicio que ya dominas sin problemas se convierta en todo un reto.

Hay muchos elementos que ayudan a provocar esta inestabilidad. De entre ellos, uno de mis preferidos es el TRX. A parte de la seguridad que te da trabajar con él, la variedad de movimientos que puedes realizar es increíble. Además, tiene la gran ventaja de que no ocupa espacio, por lo que puedes tenerlo en casa y colgarlo en cualquier lugar en cuanto lo necesites.
Por eso mismo escribo este post. Os propongo tres ejercicios con TRX que os ayudarán a tonificar esas zonas que tanto os preocupan (abdomen, pectoral, espalda, hombros y brazos). Haced al menos uno de ellos 3 veces por semana. Si pudieseis hacer los 3 mejor. Intentad 4 series de entre 10 y 15 repeticiones. Veréis que no os quitará mucho tiempo y que los resultados son increíbles.
FLEXIÓN CON PICO


Estoy hablando de dos ejercicios muy buenos por separado, pero que juntos son aún mejores.
Con el TRX en posición baja. Túmbate decúbito prono (boca abajo) y coloca los pies en los agarres del TRX. Apoya las manos al lado de tu pecho y sepáralas de éste un palmo hacia los lados. Contrae bien el abdomen y empuja desde la palma de tus manos para elevar el cuerpo a una posición de flexión. Aquí ya notarás un buen trabajo, ya que al tener los pies en suspensión tus estabilizadores han de trabajar más.
Desde aquí, manteniendo la línea de tu cuerpo (para lo que has de mantener bien contraído el abdomen en todo momento), haz una flexión. Nada más hacerla, haz fuerza con tus pies hacia tu pecho, manteniendo las piernas bien estiradas y los pies juntos, y con la cadera hacia el techo hasta que formes una V invertida con tu cuerpo.
Como siempre aconsejo, no tengas prisa al realizar el ejercicio. Has de estar seguro de mantener la espalda recta en todo momento, para lo que tu abdominal ha de mantenerse contraído durante todo el movimiento.
Inhala cuando bajes a la flexión. Exhala cuando vuelvas a posición de plancha. Aquí vuelve a inhalar para exhalar mientras elevas la cadera y acercas los pies a tus codos lo máximo que te sea posible. Inhala mientras vuelves a plancha. Exhala en esta posición para asegurarte de que tu abdomen está bien contraído y vuelve a empezar.
FLEXIÓN CON ENCOGIMIENTO

La posición inicial es la misma que en el ejercicio anterior, la posición de tabla con los pies en suspensión (con el TRX en posición baja).
Con el abdomen bien contraído para mantener la línea de tu cuerpo y asegurar que no te lesionas la zona lumbar, flexiona los codos para bajar a una flexión. Pero, esta vez, conforme empujas el suelo con la palma de las manos para subir la flexión a posición de plancha, flexiona las rodillas acercándolas lo máximo posible a los codos. Aguanta aquí unos segundos y vuelve a la posición inicial.
Recuerda que tu abdomen no se puede relajar, es el que mantiene tu espalda estable, y que no has de correr para realizarlo.
En este ejercicio puedes dejar que las rodillas se separen para acercarse a los codos.
Inhala al bajar a flexión y exhala al subir la flexión llevando las rodillas a los codos.
LAS AGUJAS DEL RELOJ

Con el TRX en una posición alta. Coge los agarres y déjate caer hacia delante, de manera que tu cuerpo forme una diagonal con el suelo y tus manos queden debajo de los hombros, apuntando al suelo. Contrae bien el abdomen para que tu cuerpo forme una línea totalmente recta, desde la cabeza hasta los talones.
Sin relajar el abdomen, flexiona los codos de manera que queden cerca del cuerpo. Mantén un brazo en esta posición mientras extiendes el brazo contrario llevándolo hacia el lado. Extiéndelo hasta que el codo y la muñeca queden casi en línea con el hombro. Vuelve a flexionar el brazo para llevarlo a la posición inicial. Una vez aquí repite el ejercicio con el otro brazo.
Recuerda, el abdomen ha de estar bien contraído durante todo el ejercicio para que la espalda se mantenga estable y evitar lesiones.
Si ves que el ejercicio es demasiado exigente, puedes comenzar a hacerlo de rodillas. El proceso es el mismo, pero el TRX se coloca en la posición más baja, de manera que lo puedes realizar sobre las rodillas, no sobre los pies. Así disminuirás la resistencia.
Exhala mientras alargar el brazo hacia el lado e inhala mientras vuelves a la posición inicial. Esta pauta respiratoria te ayudará a mantener el abdomen bien contraído y a estabilizar el cuerpo.
Parecen fáciles, ¿verdad? Probadlos y me contáis. Los que no tenéis tiempo veréis que no necesitáis estar 2 horas en el gimnasio para entrenar fuerte. Los que sí que tenéis tiempo y entrenáis asiduamente, veréis que es el complemento perfecto para vuestro entrenamiento habitual.


Probadlos. Sé que al principio os costará un poco, pero semana a semana, iréis notando más resistencia y más fuerza. Y, cómo no, iréis notando esos cambios que tanto deseáis. Hacedlos y me contáis qué tal os va. J


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martes, 21 de abril de 2015

AVENA. ¿POR QUÉ NO PUEDE FALTAR EN TU DIETA?


Durante las últimas décadas, hay un cereal que se ha ido abriendo paso en los desayunos de cada casa, hasta llegar a convertirse en uno de los cereales más consumidos a nivel mundial. La avena.
En un principio, mucha gente es reacia a probarla porque han oído decir que es insípida, o porque se piensan que sólo la han de tomar los deportistas. Para el problema del sabor, la solución es fácil. Sólo tenéis que buscar la manera de darle sabor (fruta, miel, canela, cacao…). De hecho, se puede comprar harina de avena de sabores (fresa, chocolate o vainilla) con las que poder hacer unas tortitas la mar de sabrosas. O sea, que el sabor no es problema. Apartad esa excusa, que no me sirve.
A los que pensáis que “la avena es sólo para los deportistas”, os he de decir que estáis muy equivocados. Es verdad que este cereal es de consumo obligatorio (por así decirlo) para los que practicamos deporte, pero eso no quiere decir que la tengamos que consumir sólo nosotros. De hecho, ¿os habéis preguntado alguna vez por qué no puede faltarnos este cereal a los deportistas? No, no es porque sea insípida…

Los que hemos decidido practicar algún deporte o actividad física de manera asidua, además de diversión, entretenimiento y maneras de liberar el estrés, también buscamos llevar una vida sana. Está claro que, para notar los resultados saludables del ejercicio, lo hemos de acompañar de una dieta sana y equilibrada. Si en esta dieta no puede faltar la avena, será por algo, ¿no?
Así grosso modo os puedo decir que este cereal aporta cantidades importantes de vitaminas (B1, B5, B6 y E) y de minerales (sobre todo magnesio, zinc, calcio y hierro). También contiene gran cantidad de hidratos de carbono, fibra y aminoácidos esenciales (aminoácidos que nuestro cuerpo no produce, por lo que hemos de aportárselos por medio de la alimentación), en concreto, contiene 6 de los 8 aminoácidos esenciales. Además, es el cereal que contiene más cantidad de proteína.
No me puedo olvidar de nombrar el beta-glucano, un componente de la avena que absorbe el colesterol y los ácidos biliares del intestino, ayudando a que los eliminemos de forma natural.
Ahora, ya que buscamos llevar una vida saludable, ¿qué es lo que todo esto puede hacer por nuestra salud?

-                      Mantiene el colesterol a raya: su alto contenido en aminoácidos esenciales lo convierte en un cereal muy útil para las personas con los niveles de colesterol alto. Estos aminoácidos ayudan a disminuir el colesterol malo (LDL). Por otro lado, su contenido en fibra y en grasas insaturadas no sólo ayudan a disminuir este colesterol, sino que también ayudan a aumentar el colesterol bueno (HDL). Una combinación perfecta para mantener nuestro colesterol a raya, lo que, además, ayuda a prevenir ciertas enfermedades cardiovasculares.
-                      Ayuda a prevenir ciertos tipos de cáncer: algunas de las sustancias presentes en la avena (lignanos y fitoestrógenos) ayudan a disminuir la probabilidad de sufrir aquellos cánceres relacionados con las hormonas, como, por ejemplo, el cáncer de mama.
-                      Ayuda a prevenir la osteoporosis: su contenido en calcio hace que sea de gran ayuda para fortalecer los huesos. Esto convierte a la avena en una gran aliada contra la osteoporosis.

-                      Es saciante: su alto contenido en hidratos de carbono complejos (de absorción lenta) hace que el efecto saciante de este cereal sea mucho más prolongado que el de cualquier otro. Esto lo convierte en un cereal muy conveniente para todos aquellos que quieren perder volumen, ya que nos ayuda a controlar el apetito.
-                      Es un diurético natural: es posible eliminar el ácido úrico y aumentar la cantidad de orina gracias al silicio que contiene. Así, no sólo es ideal para aquellos que están buscando perder volumen, también ayuda a prevenir enfermedades como la gota o enfermedades reumáticas relacionadas con la retención de líquidos.
-                      Es de gran ayuda para las personas diabéticas: su alto contenido en zinc y en carbohidratos complejos ayuda a estabilizar la glicemia y a metabolizar la insulina. De hecho es uno de los cereales más recomendados para personas diabéticas.

-                      Mejora el sistema inmunitario: la avena tiene la propiedad de aumentar la respuesta inmunitaria contra infecciones bacterianas. El beta-glucano que contiene ayuda a las células inmunitarias a localizar el foco de infección y a eliminar las bacterias que la causan.
-                      Previene y alivia el estreñimiento: esto se debe a su alto contenido en fibra soluble. Ésta no sólo facilita el tránsito intestinal, además, puede ayudar a mejorarlo.
-                      Ayuda a aumentar la masa muscular: su contenido en proteína favorece la producción y el desarrollo de fibras musculares.
¿Entendéis ahora por qué este cereal forma parte de la dieta de aquellos que queremos llevar una vida sana?


Como veis es un cereal muy completo, que ayuda en muchos sentidos a nuestro organismo. ¿Seguís pensando que es sólo para deportistas? Pues quitaos esa idea de la cabeza. La avena no debería faltar en ninguna dieta. Tanto si practicas algún deporte como si no, comienza a tomarla. Tu salud te lo agradecerá.J


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domingo, 19 de abril de 2015

CUIDA TU SALUD BAILANDO


Si hay una actividad que se ha ido abriendo hueco en la sociedad actual, es el baile. Siempre han existido escuelas de baile a donde asistir para aprender los distintos bailes de salón, escuelas de baile latino, escuelas de flamenco, escuelas de ballet… Pero, en las últimas décadas, su número ha aumentado notablemente. Y esto no se queda ahí, el baile ha ido introduciéndose poco a poco, pero con paso firme, en las salas de actividades dirigidas de los gimnasios. Sí, actividades como el Body Jam, el Sh’Bam, el Zumba o el Cubbà son de las más demandadas hoy en día.
Sí, la gente ha encontrado en el baile (y en las actividades dirigidas basadas en el baile) una gran manera de divertirse. ¿Os habéis asomado alguna vez a una de estas clases?, si lo hacéis, veréis que no hay nadie serio. Es imposible no oír carcajadas en estas clases. La música, los movimientos, los primeros intentos para coger algún paso… Sí, son de las clases más divertidas que existen.
Aun así, hay gente muy reacia a probar este tipo de actividades (tanto el baile puro como las actividades dirigidas basadas en el baile) porque “soy muy patoso/a”, “el baile no es lo mío”, “no tengo coordinación, y para esas clases hace falta mucha”, y un largo etcétera.
Pues por eso escribo este post. Me encantaría que todos intentaseis bailar alguna vez. Os sorprenderían mucho los logros. Y no sólo estoy hablando de logros físicos. Está comprobado que el baile tiene muchos beneficios para la salud.

Como ejercicio aeróbico que es, el baile es muy beneficioso para mantener una buena salud cardiovascular. El corazón aumenta la fuerza de bombeo, por lo la sangre llega más fácilmente a cada uno de los tejidos de nuestro cuerpo, es decir, mejora la circulación sanguínea evitando así ciertos problemas circulatorios como las varices.
A parte, también ayuda a aumentar la capacidad pulmonar. Nuestros pulmones tienen unas pequeñas bolsas, llamadas alveolos, que son las encargadas de lo que se conoce como intercambio de gases. Es decir, son los encargados de oxigenar la sangre para que ésta lleve el oxígeno a los tejidos de nuestro cuerpo, y recogen el dióxido de carbono que resulta del esfuerzo muscular para que los pulmones lo expulsen al exterior de nuestro cuerpo. Pues bien, en una respiración normal, utilizamos, más o menos, la mitad de nuestros alveolos. Durante este tipo de ejercicio, nuestros pulmones ponen en funcionamiento parte de los alveolos que, por lo general, están reposando para que llegue más oxígeno a las partes de nuestro cuerpo que lo demandan.
Practicado asiduamente, el baile puede hacer que parte de esos alveolos que siempre están reposando pasen a estar activos de forma permanente. Nuestros pulmones tendrán la capacidad de inhalar más aire, es decir, más oxígeno y exhalar más dióxido de carbono. Algo muy beneficioso ya que ayuda a paliar o, como mínimo, a suavizar los síntomas de ciertos problemas respiratorios como el asma.

Así, si aumenta la fuerza de nuestro corazón y aumenta nuestra capacidad pulmonar, podemos imaginar los resultados, ¿no? Todo nuestro cuerpo estará mejor oxigenado, por lo que cada vez nos sentiremos menos cansados al realizar cualquier actividad física. Esto hará que cada vez disfrutemos más de cada paso, de cada canción, e, incluso, que pidamos más intensidad en las clases.
También es importante que sepáis que el baile ayuda a controlar los niveles de azúcar en sangre, por lo que ayuda a disminuir el riesgo de sufrir diabetes de tipo 2.
Así mismo, también es de gran ayuda para reducir los niveles de colesterol con todo lo que ello supone para nuestra salud cardiovascular. El baile no sólo ayuda a disminuir los niveles de colesterol malo (LDL) en sangre, también ayuda a aumentar los niveles de colesterol bueno (HDL). Una combinación perfecta para mantener nuestro colesterol siempre a raya.
Además de ser un gran ejercicio aeróbico, el baile también es considerado como un ejercicio de fuerza. Se tonifican grandes grupos musculares, sobre todo de las piernas y el core (en algunas disciplinas como el tango también se tonifican los músculos dorsales y, como no, en disciplinas acrobáticas se tonifica todo el cuerpo). Y, como cualquier ejercicio de fuerza que se precie, ayuda a aumentar la masa ósea, es decir, hace que los huesos se vuelvan más fuertes. Así, practicado con regularidad, puede ayudar a prevenir la osteoporosis.

Otro aspecto muy importante del baile es que ayuda a mejorar la posición corporal. Ayuda a mejorar la flexibilidad de nuestra columna vertebral y a fortalecer los músculos que la soportan. Por lo que, sin darnos cuenta, nuestra posición se va volviendo cada vez más erguida, más segura. Así, se van eliminando, poco a poco, los problemas de salud derivados de malas posturas (cifosis, lordosis, contracturas, lumbalgias…).
Para todos aquellos que os negáis a bailar porque “no tengo coordinación”, os explico: el baile es la manera de mejorar esa coordinación. Sí, y no sólo eso, también ayuda a mejorar la flexibilidad, la agilidad y el equilibrio. Destrezas muy importantes para nuestra salud. Al mejorarlas, nuestro cuerpo estará preparado para responder mejor ante cualquier imprevisto (tropezones, caídas…), reduciendo así las probabilidades de sufrir lesiones.

Además, está comprobado que el baile podría ayudar a mejorar la capacidad de movimiento en personas que padecen ciertas enfermedades neurológicas.
Cómo no, he de decir que el baile es de gran ayuda para combatir el sobrepeso y la obesidad, ya que favorece el drenaje de líquidos y toxinas y la eliminación del exceso de grasa.
A parte de todo esto, no me puedo olvidar de mis queridas endorfinas (hormona de la felicidad). Bailando aumentamos la secreción de esta hormona, lo que hace que nos sintamos mejor y más relajados. Así, vemos que esta actividad es un gran antídoto antiestrés y un gran antidepresivo.


Como veis, no hay excusas. Hasta la persona más coordinada es patosa cuando se le enseña algo por primera vez. Perded el miedo a hacer el ridículo, bailar no es hacer el ridículo. Empezad poco a poco, veréis como os engancha y en pocas semanas no podréis vivir sin él. Os lo pasaréis en grande y, además, notaréis grandes beneficios, ¿qué más podemos pedir? Que suene la música y… ¡a bailar! J


Para cualquier consulta: mejorsiesconsalud@gmail.com

viernes, 17 de abril de 2015

RAZONES PARA EMPEZAR A ENTRENAR CON PESAS


Pensad en el gimnasio al que vais. Visualizad la sala de pesas. Ahora visualizad la sala cardiovascular o la sala de actividades dirigidas. Incluso sin visualizar, si os pregunto dónde se concentra el mayor número de hombres y dónde el del mujeres, la respuesta está clara, ¿verdad?
Los hombres se desviven entrenando en la sala de pesas con la seria convicción de que las actividades colectivas están diseñadas tan solo para mujeres, y que dedicarle un tiempo al entrenamiento cardiovascular les hará “quemar músculo”. Tengo que deciros que estáis muy equivocados: las actividades colectivas han evolucionado sobremanera en los últimos años. Ahora se diseñan para abarcar a todo tipo de público, da igual la edad, el sexo o la condición física. Y, creedme, el entrenamiento cardiovascular es muy necesario para lograr esa definición que busca la gran mayoría de vosotros.
Pero el post de hoy no lo quiero dedicar a vosotros. En el post de hoy quiero hablar de la otra sala, la sala de pesas. Esa sala tan temida por la gran mayoría de mujeres.

Cuando alguna chica ve a una modelo fitness en alguna revista, enseguida dice aquello de “¡qué cuerpazo! ¿Qué tengo que hacer para lograr algo parecido?”. Cuando alguna se apunta al gimnasio con la finalidad e perder esos kilitos de más antes del verano. Cuando alguna quiere notarse las piernas y los glúteos firmes, o darle forma a unos brazos finos… Yo recomiendo siempre lo mismo: entrena 2 ó 3 días a la semana con pesas y combina este entrenamiento con sesiones cardiovasculares, ya sea en clases colectivas o en la zona cardiovascular del gimnasio. En ese preciso momento, casi todas cambian de opinión. De repente, parece que les gusta su cuerpo más que nunca. Casi todas se niegan a entrenar con pesas por miedo en convertirse en machotes. Sinceramente, jamás pensé que sería tan difícil convencer a la gente de lo bueno que es algo.
El post de hoy lo dedico a vosotras. A todas (y todos) los que seguís reticentes a entrenar con pesas. A todos los que preferís pasar horas en una bicicleta estática simplemente porque pensáis que “si quiero adelgazar tengo que sudar, y esto es lo mejor”.
Una vez más os tengo que recordar que sudar no es quemar grasa. Sudar es eliminar líquido y sales minerales. Líquido y sales que nuestro cuerpo elimina a través de la piel para bajar la temperatura (que aumenta al realizar ejercicio). Para quemar grasa, necesitáis algo más. Sí, lo habéis adivinado, necesitaríais hacer pesas. Os explico:

Nuestro cuerpo utiliza más energía para mantener células musculares que para mantener células adiposas (de grasa). Así, si aumentamos nuestra masa muscular, nuestro cuerpo va a gastar más energía (quemar más calorías) simplemente para mantenerse. Esto quiere decir que se acelera nuestro metabolismo, por lo que nuestro cuerpo comienza a deshacerse de la grasa que le sobra.
Muchos ahora estaréis pensando: “pero si se queman más calorías pedaleando 45 minutos en la estática que en un entrenamiento de pesas”. Sí, tenéis toda la razón. Pero tened en cuenta que al bajar de la bici estática vuestro cuerpo deja de quemar calorías, mientras que al acabar el entrenamiento de pesas, vuestro cuerpo sigue quemando calorías durante horas, ya que el organismo ha de reparar el tejido muscular. Además, como acabo de decir, al aumentar la masa muscular, vuestro cuerpo va a necesitar más calorías para realizar cualquier movimiento.
¿Entendéis ahora por qué siempre aconsejo que hagáis pesas? Bien combinadas con un entrenamiento cardiovascular o con clases colectivas, son las que mejores resultados os van a dar.
Pero cuidado porque un buen físico no es el único beneficio que os aportará el entrenamiento con pesas. El entrenamiento de fuerza es mucho más que algo estético. Aporta increíbles beneficios para la salud. Entre otras cosas, ayuda a mejorar la salud cardiovascular.

Igual habéis oído por ahí que la presión arterial aumenta al entrenar fuerza. Es cierto, pero está demostrado que esto sucede como respuesta de nuestro organismo para proteger la salud de nuestro corazón a largo plazo. A ver, al contraer los músculos en el entrenamiento, estos envían la sangre con fuerza al corazón, y éste, en respuesta a esta urgencia, también bombea más fuerte de lo normal la sangre oxigenada hacia los músculos que la están demandando. Ahora, este hecho de bombear la sangre con más fuerza para mantener los músculos oxigenados durante el entrenamiento, hace que el corazón se fortalezca y evita deterioros del sistema circulatorio.
Si os habéis quedado con la duda, tranquilos. Aunque la presión arterial aumente durante el entrenamiento, vuelve a sus niveles normales conforme este acaba.
Seguro que lo habéis oído más de una vez. Os lo repito. Entrenar en la sala de pesas es de gran ayuda contra la osteoporosis. Sí, al entrenar con pesas los músculos tiran de los tendones, que a su vez tiran de los huesos. Está comprobado que este esfuerzo ayuda a la mineralización ósea, de manera que los huesos se hacen más fuertes.

Por otro lado, este tipo de entrenamiento también ayuda a que nuestro organismo procese mejor el azúcar, lo que puede ayudar a prevenir la diabetes de tipo 2. También hay estudios que demuestran que la gente diabética mejora el control sobre los niveles de azúcar cuando entrenan con pesas.
También os tengo que hablar del equilibrio. Para muchos será una tontería, pero es algo muy importante, algo que no deberíamos descuidar. Pues, aunque os cueste creerlo, las pesas ayudan a mejorar el equilibrio. Os explico: nuestros músculos están compuestos de dos tipos de fibras. Unas conocidas como fibras rápidas y otras como fibras lentas. Las rápidas son las que se contraen con la fuerza y la rapidez suficiente como para mantenernos en pie cuando perdemos el equilibrio. Por desgracia, este tipo de fibras se van deteriorando con la edad. Por eso mucha gente mayor cae. Pues bien, el entrenamiento de fuerza aumenta el número de fibras rápidas de nuestros músculos, mientras que el entrenamiento aeróbico activa, por el contrario, las fibras lentas.

Por último, cómo no, he de hablar de mis queridas endorfinas (hormona de la felicidad). El entrenamiento con pesas hace que nuestro organismo segregue más cantidad de esta hormona, por lo que, al acabar el entrenamiento, te notas relajado. Así, las pesas son de gran ayuda para acabar con el estrés diario al que estamos sometidos.


Como veis, entrenar con pesas nos aporta mucho más que un cuerpo firme y bonito. Nos aporta salud. ¿Por qué no os deshacéis de todos esos prejuicios ya y empezáis a entrenar en la sala de pesas? Os sentiréis mejor y os veréis mejor. Intentadlo, empezad poco a poco, siempre bien guiados por profesionales. Creedme, vuestro cuerpo os lo agradecerá. J


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