Seguro que te ha pasado más de
una vez: vas todo decidido a hacer algo y, de repente, se te olvida qué es lo
que ibas a hacer. O vas a decir algo y, de pronto, olvidas qué es lo que querías
decir. Has ido a hacer un examen y aquello que te sabías tan bien, de repente se
te olvida… Y como estos, otros tantos ejemplos. ¿Verdad que os ha pasado?
Todos estos lapsus se suelen
achacar al nivel de estrés que sufrimos. Como ya he comentado más de una vez,
para mí, el estrés es la enfermedad del Siglo XXI. ¿Quién no ha oído aquello de
“con todo lo que tengo en la cabeza, se
me ha olvidado lo que te quería decir”?
Sí, nuestro ritmo de vida nos
afecta a todos los niveles, tanto física, como psíquica y emocionalmente
hablando. Cada vez son más comunes los ataques de ansiedad, los cambios de
humor, las depresiones… Y todo es porque no llegamos a todo lo que queremos
hacer. Y, por supuesto, este ritmo de vida afecta muy directamente a nuestra
alimentación. Cada vez cuidamos menos lo que comemos.
Pues bien, nuestro cerebro también
necesita una alimentación sana. Una alimentación desequilibrada, aunque os
cueste creerlo, puede afectar negativamente al funcionamiento del cerebro.
Así que hoy he decidido
confeccionar una lista de alimentos que os pueden ayudar a mantener el cerebro
saludable, de manera que no perdáis tanto la concentración y no olvidéis tantas
cosas.
-
Arándanos: tanto los frutos rojos como
los morados poseen una alta concentración de polifenoles, esenciales para
combatir el estrés oxidativo. De entre todos, los arándanos rojos poseen un
alto contenido en el flavonoide proantocianidina, asociado a una disminución
del riesgo de enfermedad cardiovascular. Hay estudios que corroboran que, al
mejorar la circulación sanguínea, ésta llega mejor al cerebro, lo que mejora
notablemente el rendimiento cognitivo.
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Avena: tomada en el desayuno, ayuda a
controlar el azúcar en sangre y mantiene a raya los niveles de colesterol, dos
parámetros fundamentales para la salud cerebral. Además, la avena es ansiolítica
(aunque su acción es lenta), por lo que ayuda a combatir el estrés. Si se toma
con regularidad, mejora la concentración y el rendimiento en épocas de gran
esfuerzo intelectual (exámenes, presentaciones…).
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Café, té y chocolate negro: según un estudio publicado en
la revista Nature Neurocience, el café
no sólo nos mantiene despiertos, sino que en la dosis adecuada, se perfila como
neuroprotector que potencia la memoria a largo plazo.
Por otro lado, el chocolate
negro, por su contenido en flavonol epicatequina, mejora la memoria, ya que
ayuda a que aumente el flujo de sangre al cerebro. Eso sí, hay que tener en
cuanta que esta propiedad se pierde cuando se combina con leche.
El té verde, además de ayudarnos
a recordar mejor, tiene efectos cognitivos saludables y actúa como ansiolítico.
Hay estudios que demuestran que retrasa el envejecimiento cerebral y ciertas
enfermedades neurodegenerativas.
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Coles: tanto la coliflor, como las
coles de Bruselas, la recula, el nabo y, especialmente, la col lombarda y el brócoli,
aportan sulforafano, un auntioxidante con propiedades neuroprotectoras. Pero,
cuidado, esta molécula tan beneficiosa para el cerebro se forma al cocinarlos,
al cortarlos o al masticarlos. Además, el sulforafano tiene propiedades anticancerígenos
y también ayuda a proteger contra la isquemia cerebral, la hemorragia, el daño
cortical o la inflamación.
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Ejercicio: no, no me he vuelto loca. Para
mí, el ejercicio es uno de los mejores alimentos que le podemos dar a nuestro
cerebro. Está comprobado que la actividad física estimula la producción del
Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro (FNDC), relacionado con la nutricón
del tejido nervioso, algo fundamental para la supervivencia de las neuronas.
Además, las propiedades
saludables de cualquiera de los alimentos de la lista que os estoy confeccionando,
se multiplican con el ejercicio, que, además, ayuda a producir nuevas neuronas.
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Pescado azul: se ha demostrado que los ácidos
grasos omega-3 presentes en el pescado azul (atún, sardina, boquerón, salmón,
caballa…) tienen un papel protector frente a patologías neurodegenerativos como
el alzhéimer. Al parecer, las grasas poliinsaturadas atraviesan la berrera que
aísla el cerebro y equilibran los parámetros relacionados con esta enfermedad.
Los omega-3 también parecen
ayudar a retrasar la progresión del deterioro cognitivo leve en las primeras
fases del alzhéimer.
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Proteínas sin grasa: la pechuga de pollo y de pavo,
los huevos y la leche baja en grasa, son excelentes fuentes de vitamina B12,
importante para mantener las propiedades cognitivas.
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Soja: conocida porque ayuda a
prevenir los trastornos asociados a la menopausia. Pero esa no es su única
virtud. Su consumo regular ayuda a prevenir la arteriosclerosis, tan
perjudicial para la buena salud, no sólo cardiovascular, sino también cerebral.
También se ha probado que es efectiva para paliar el declive cognitivo asociado
a la edad y mejora la orientación espacial (al menos en mujeres).
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Yogur: hay estudios que aseguran que
las bacterias intestinales ejercen una influencia sobre el cerebro. Además de
ser importantes para frenar el desarrollo de patologías como la obesidad, también
influyen en nuestro estado de ánimo y están implicadas en la salud mental y el
desarrollo del cerebro.
El yogur no sólo ayuda a
regenerar la flora intestinal, hay estudios que apuntan a que también es capaz
de mejorar el estado de ánimo.
Como veis, no es nada difícil
incluir estos alimentos en vuestra dieta. Una vez más, se trata de llevar una
dieta variada y, como no de hacer ejercicio. Hacedlo y veréis como, poco a
poco, os olvidaréis de esos lapsus. J
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